lunes, 21 de diciembre de 2020

Cantos de Navidad





Las composiciones navideñas interpretadas en el medio rural y por lo tanto las que gozaban de más éxito popular, abarcaban diversos géneros musicales y poéticos tales como romances, rondas, coplas, aguinaldos etc., fundiéndose todos ellos en el canto navideño por excelencia: “El villancico”.

Parece ser que el origen del villancico no es tan popular como se cree, siendo un canto profano (villancico se dice que viene de villano), se empezó a cantar en entornos eclesiásticos y sustituyó a los responsorios que se cantaban en el servicio de maitines de la Navidad.

En los actos litúrgicos, el pueblo no entendía las letras que eran cantadas en latín, con lo cual era muy complicado convencer a los feligreses de lo que se decía y cantaba. Así que empezaron a componer cantos en las lenguas vernáculas de cada país y región. Por lo tanto el villancico como canto navideño nace como un género sacro en lengua vernácula. Por extensión posteriormente se conoció con el nombre de villancico a toda canción popular navideña.

Muchas veces las composiciones provenían de narraciones largas cuya temática no se refería a fechas determinadas del calendario.Sirva de ejemplo el villancico “Madre a la puerta hay un niño” que en versiones más completas se refiere a episodios evangélicos del niño Jesús perdido y hallado en el templo (hechos ocurridos bastante más tarde de su nacimiento). Esto pone de relieve que de romances o historias más largas, se tomaron a través de las diversas transmisiones tanto orales como escritas, los episodios más significativos, acortándose el relato al tema principal.



Las primeras recopilaciones de villancicos que existen datan del siglo XV y se conservan en el Cancionero de la Biblioteca Colombina de Sevilla. En el siglo XVI encontramos el Cancionero de Upsala y el Cancionero de la Casa de Medinaceli, cuyo contenido principalmente son recopilaciones de villancicos, encontrándonos ya un número muy apreciable con temática religiosa, junto a los más numerosos de tema profano.

En el siglo XVIII, los villancicos están plenamente introducidos en la Iglesia y se componían para las fiestas de Navidad, Reyes, Corpus y  la Purificación de la Virgen. Tenían carácter participativo de los fieles a través de representaciones teatrales, lo cual origino problemas ya que acabó en excesos teatrales y júbilos desmedidos, fue prohibido de las iglesias al ser considerado como un tipo de obra libertina y hasta hereje. Solo un siglo después retomó su popularidad: el villancico asumiría un ambiente más rústico y familiar, lejos de las iglesias,( aunque más tarde retornase también a ellas) lo cual ha trascendido hasta la actualidad.



domingo, 11 de octubre de 2020

Ya se van los pastores

 




La necesidad de encontrar pastos frescos, obligó a los rebaños de ovejas a recorrer grandes distancias en la península. A lo largo de los siglos, los pastores  han llevado sus ovejas merinas desde Extremadura a las montañas de León y Palencia y desde la Mancha a Cantabria, Norte de Burgos y Soria. Rápidamente se desarrolló este género de pastoreo que se llama trashumancia, es decir, el traslado de los rebaños de ovejas semestralmente de unas dehesas a otras, de unas regiones a otras.

La lana fue una industria muy próspera a partir de la Edad Media en que el Rey Alfonso X el Sabio en el año 1273  le da un carácter oficial a “El Concejo de la Mesta de Pastores” creado unos años antes,  reuniendo a todos los pastores de León y de Castilla en la Real Sociedad de Ganaderos de la Mesta y otorgándoles importantes privilegios como la exención del servicio militar, de testificar en los juicios, derechos de paso y pastoreo, etc.



Uno de estos privilegios que obtuvo la Mesta fue la concesión de caminos francos para el paso de ganado trashumante llamados Cañadas. La anchura máxima de estas vías pecuarias era de 75 metros, y lo normal era que fuesen de 90 varas castellanas, traducido en metros 72,22.  También según su ancho  se denominaban colada, cordón, cordel y vereda. Por otro lado, en cuanto a la distancia, normalmente no tenían menos de 500 kilómetros y se extendían de norte a sur o de sur a norte. Las cañadas principales que hay en España son: La de la Plata, Cañada Leonesa (Oriental y Occidental), Cañada Segoviana, Soriana (Oriental y Occidental), Cañada Galiana (entre la Rioja y Ciudad Real), Cañada Conquense o de los Chorros y Cañada del Reino de Valencia.

Fue una organización muy poderosa debido a los privilegios que los reyes le concedían, ya que la lana era el principal producto que exportaba Castilla a Europa, por lo que debían fomentar la producción de la misma en detrimento de la agricultura. La rentabilidad de esta actividad exportadora, estimularía la expansión de la ganadería ovina. Es significativo que se constituyera en 1296, es decir, sólo veintitrés años después de la fundación del Honrado Concejo de la Mesta, la Hermandad de la Marina de Castilla, que incluía localidades como San Vicente de la Barquera, Laredo, Guetaria, San Sebastián y Fuenterrabía, esto es, los principales puertos de exportación de lana castellana a Flandes.





El declive de la industria lanar propicio serios problemas, uno de los cuales derivó en la revuelta comunera de Castilla. Por otra parte  al abrirse la opción del comercio atlántico y, sobre todo, tras la llegada de Colón a América, el protagonismo comercial va a pasar al Sur y los puertos del Norte pierden su influencia al igual que muchas ciudades castellanas, impulsando el desarrollo de Andalucía y el estancamiento de la Castilla central. El Concejo de la Mesta dejará de existir con el advenimiento del liberalismo en España, y más concretamente en virtud de la Real Orden de 31 de enero de 1836, convirtiéndose, como ocurrió con otros gremios como el de tejedores, en asociación.  Desde un punto de vista jurídico, la Mesta desapareció en 1836, pero desde un punto de vista socio-económico, la aparición y demanda de lanas sajonas en los años veinte y treinta del siglo XIX, supuso un implacable quebranto para la institución, lo cual condujo a la aniquilación de todo vestigio de esta importante actividad.







 


miércoles, 22 de julio de 2020

La salud en el Refranero






Aunque parece que hay personas que les da lo mismo, en estos tiempos del Covid 19 nos hemos dado cuenta de lo importante que es la salud para el ser humano y por consiguiente todo lo relacionado con la enfermedad.

Al igual que en otros aspectos de la vida, el refranero español está lleno de dichos y frases que expresan la sabiduría popular sobre el hecho de enfermar o de sanar. De una manera amena vamos a citar algunos refranes relacionados con dicho tema.

Ya sabemos que el dinero no lo es todo en esta vida, por eso parece claro  que “Entre salud y dinero, salud quiero” o “De que te sirven tus bienes si salud no tienes”. Pero también se dice: “Quien salud no tiene, de todo bien carece”.
Hay refranes que ponen de manifiesto los elementos que benefician a nuestra salud: “Aire puro y agua clara harán tu vida sana”. Donde entra el aire y el sol, no entra el doctor”. “Limpieza y sanidad son amigos de verdad”. “No hay cosa más sana que comer en ayunas una manzana”. Aunque en esto de la comida hay refranes contradictorios: “Al dolor de cabeza, el comer endereza”, o “Al flato con el plato” se opone este otro más conocido: “De grandes cenas están las sepulturas llenas”. Y si hablamos del buen comer: “La mejor medicina es la buena cocina”. Pero el refranero también nos invita a comer con frugalidad: “Comer verduras es cordura”, aunque “Agua fría y pan caliente, nunca hicieron buen vientre”.

Para poner remedio a nuestras enfermedades están los doctores, pero estos en la mayoría de los casos no salen bien parados en los refranes: “Donde hay más doctores hay más dolores”. “El médico que mejor cura, a algunos manda a la sepultura”. “Lo que el médico yerra, lo tapa la tierra”. Cuando a un enfermo dos médicos van, toca a muerto el sacristán”.

Tampoco tienen buena prensa los farmacéuticos y boticarios: “Boticario que equivoca el tarro, manda al enfermo a mascar el barro”. “Curar a todos con un mismo ungüento es loco pensamiento”. Para algunos es preferible gastarse el dinero en otras cosas antes que en medicinas: “Dinero de maldición el que va a la botica y no al bodegón”.

Muchas veces queremos la salud al completo sin darnos cuenta de que lo normal son los valores intermedios, por eso: “Mucha salud no es virtud”, y este otro que nos indica que las personas  enfermas que se cuidan suelen vivir muchos años: “Hombre enfermo, hombre eterno”. Así que: “Paciencia hermanos y moriremos ancianos” y “Si quieres vivir sano hazte viejo temprano”, es decir que debemos ser comedidos y no derrochar nuestras energías, por eso aquí os dejo este último: “Si quieres llegar a viejo, guarda aceite en el pellejo”.





sábado, 13 de junio de 2020

La noche de las natas









Antes de la industrialización de los productos lácteos, en las zonas tradicionales en las que había ganadería vacuna, existían ciertas maneras artesanales de elaborar y procesar los derivados de la leche.

Una de ellas era dejar reposar la leche por la noche al sereno, para que subiera la nata y después poder hacer mantequilla y distintos productos obtenidos de la leche.


Las Rondas que se realizaban los meses que van del final de la primavera hasta el final del verano y en especial las noches de San Juan y San Pedro, eran llamadas Las noches de las natas. En la Montaña palentina los mozos enramaban las casas del pueblo con ramas de chopo y debajo de sus balcones y ventanas cantaban canciones de ronda a las mozas de la localidad. Eran correspondidos con leche que habían dejado natar durante dos días (en esa época del año era cuando la producción  lechera era más abundante).

“Levántate morenuca,
y asómate a la ventana,
verás cómo canta el cuco
en la Peña de Tremaya;
levántate.
(Polentinos, Palencia)

Si no eran obsequiados con la leche, intentaban robar a los dueños de la casa quesos o los cacharros con postres que estaban en las reposaderas o ventanas.

En Cantabria, sobre todo en la zona de la Liébana y la comarca de Campoo, existía la costumbre de “ir a natas”, es decir los mozos por la noche iban por el pueblo a ver quién tenía la leche al sereno para coger las natas. Recorrían todas las casas en las que había mozas solteras. Debajo de sus ventanas cantaban canciones de ronda similares a las marzas. Ellas les ofrecían una buena puchera de leche o algún postre lácteo, o también una jarra de vino y fruta.

“Asómate a esa ventana,
cara de luna brillante,
que aunque yo no te pretendo,
conmigo viene tu amante”
(Campoo de Suso, Cantabria)

Al finalizar se despedían de la casa diciendo:” Que San Antonio os guarde por muchos años las vacas”. En caso de no recibir las natas, la muchacha podía quedarse sin su ramo en la ventana la noche de San Juan o ver como desaparecían las cantaras de leche que se estaban enfriando en las ventanas. A la moza roñosa la cantaban una especie de marza rutona:

“La Gallarda no da leche,
la majita se estrelló,
vayámonos de aquí muchachos,
que ésta ya
 nos la pegó”




jueves, 7 de mayo de 2020

Albarcas y madreñas








El estado de alerta en el que estamos, nos ha traído costumbres de antaño que teníamos casi olvidadas, recordándonos el buen hacer de nuestros antepasados, como por ejemplo cuando se usaba cierto tipo de calzado que se dejaba a las puertas de las casas y con él se salía fuera de la vivienda. Con ello se procuraba no meter barro y suciedad dentro del hogar y mantener limpio el calzado que no se usaba para el trabajo, es decir los  zapatos que se ponían en contadas ocasiones.

Este calzado se denomina de varias formas dependiendo de localidades y comarcas, normalmente de la zona Norte España. Sus nombres más comunes son: Albarcas, madreñas, abarcas, galochas, almadreñas, zoca etc., siendo las más usadas albarcas (Cantabria, Montaña palentina y burgalesa) y madreñas (Asturias, León y Galicia).
Que cuando bailo, ¡leré!
calzó galochas
suenan los clavos, ¡leré!
sobre las rocas
sobre las rocas, ¡leré!
sobre las peñas
que cuando llueve, ¡leré!
calzo madreñas

(Jota de Boñar, León)


Pues bien la albarca o madreña es un calzado de madera parecido al zueco holandés, hecho de una sola pieza, normalmente de abedul, haya, fresno, aliso, nogal… que se apoya en tres tacos llamados tarugos o machorras y que se van reponiendo cuando se desgastan o rompen al caminar. Suelen estar hechos de madera de avellano o de roble joven. A partir de la mitad del siglo XX, en vez de tarugos se colocan clavos o gomas.

En un principio se ponían con los escarpines y más tarde con las zapatillas o con calcetines gruesos (piales), sirviendo para defenderse del barro y de las humedades del suelo sin cambiarse de calzado, dejándose a la entrada de la vivienda.
Se diferencian las de hombres y mujeres además del tamaño, la forma y decoración siendo más fina para mujeres y más tosca para los hombres. Antiguamente el color variaba, usando el negro para sacerdotes y viudas y marrón para el resto. Para darles color se usaba leche de vaca recién parida y se tostaba el calzado al fuego.

El albarquero era el encargado de construir las albarcas  y el madreñero las madreñas. Era un oficio artesanal que se compatibilizaba con las labores del campo y la ganadería. Tallar una albarca podía llevar entre 20 y 30 horas. Todo hecho a mano. De cada trozo de madera surge uno de estos zuecos, al que solo se agregan los tarugos.

Casi todas las zonas de Asturias eran productoras de madreñas, pero los concejos de Caso, Somiedo, Lena y Aller han sido los núcleos de producción principales, que extendían su influencia mucho más allá del concejo, incluso exportando considerables cantidades de madreñas hacia las zonas limítrofes. Por ejemplo a principios de los años sesenta del pasado siglo XX, había 60 artesanos sólo en Pendones, que hacían 1.500 pares al año, o en Tarna, en la década de los cincuenta, se llegaron a contar 105 madreñeros. El clima húmedo y el terreno accidentado, propició su supervivencia y éxito en las zonas rurales, ya que supusieron una adaptación perfecta para transitar por los caminos llenos de barro, pero por lo que sobreviven es sobre todo por su diseño perfecto.

Finalmente comentar que en el pueblo de Burón en la provincia de León, su alcalde ha sacado un bando en el que recomienda el uso de las madreñas para combatir el contagio del covid 19, ya que asegura que “la costumbre de dejarlas fuera de las viviendas puede contribuir a no extender el virus”.



miércoles, 15 de abril de 2020

Santo Toribio pan y quesillo










Este año no habrá en Palencia la Romería de Santo Toribio y por consiguiente tampoco la tradicional pedrea del pan y el quesillo (ver en este blog “la pedrea de Santo Toribio” del 16 de Abril de 2013).Esta fiesta tan popular a la que no han impedido celebrarla ni el mal tiempo ni las vicisitudes económicas de épocas pasadas, este año tendrá que suspenderse por el mal bicho del corona virus.

Santo Toribio vino a Palencia a combatir la herejía del Priscilianismo allá por el siglo IV. Fue ésta una doctrina cristiana predicada por Prisciliano en el siglo IV que, basada en los ideales de austeridad y pobreza, instaba a la Iglesia a abandonar opulencias y riquezas y a dedicarse a los pobres. Además, condenaba la esclavitud y concedía gran libertad a las mujeres, a las que hacia participantes activas de
los templos y liturgias. Recomendaba la abstinencia de alcohol y el celibato, aunque permitía el matrimonio de monjes y clérigos y utilizaba el baile como parte de la liturgia, negándose también a condenar algunos libros apócrifos prohibidos por la ortodoxia de la Iglesia.

Según cuenta la leyenda, Toribio fue recibido a pedradas por los palentinos y tuvo que refugiarse en las cuevas que había en el cerro del Otero. Una gran inundación provocada al desbordarse el rio Carrión, fue interpretada como un castigo divino por el apedreamiento del santo, lo que movió al pueblo y al clero palentino al arrepentimiento. Este sentimiento quedaría luego reflejado en el voto del cabildo y de la ciudad de ir en procesión a la ermita de Santa María del Otero el día 16 de Abril y celebrar allí cultos en su honor.

La procesión y los actos litúrgicos se mantienen durante siglos; al igual que la movilidad de la fiesta conforme al tiempo litúrgico. Si el 16 de Abril caía en Semana Santa se trasladaba la procesión y la misa al martes de Pascua. En 1674 se nombra a Santo Toribio segundo patrono de la ciudad.

En el año de 1745 se reparten entre los pobres que acuden al cerro 48 panes y 12 Kilos de queso. Es en la segunda mitad del siglo XIX cuando varia el reparto del pan y el queso entre los pobres: Se lanzan dichos alimentos desde la ermita por parte de las autoridades civiles y eclesiásticas a la multitud allí reunida, dando pie a la celebración de la pedrea del pan y el quesillo en reparación de las ofensas cometidas por los palentinos a Santo Toribio.

Actualmente la fiesta se celebra el domingo más cercano al 16 de abril. Declarada de Interés Turístico Regional, guarda las esencias de las romerías añejas, mantiene sus singularidades y goza del sabor y el calor popular. Son numerosísimos los puestos, barracas y atracciones que se disponen en la carretera de acceso a la Ermita del cerro y el Cristo del Otero. El entretenimiento está asegurado y también la compra a precio simbólico de las bolsas de pan y queso, en las que se incluye un texto con la leyenda de Santo Toribio, para quienes se hayan quedado sin ellas durante la “pedrea”. 

Esperemos que el próximo 2021 podamos celebrar todas las fiestas que este año no hemos podido disfrutar. ¡Viva Santo Toribio!


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sábado, 29 de febrero de 2020

Tiempo de Marzas





En la antigüedad los romanos cambiaron el calendario y situaron el inicio del año en el mes de Enero. Anteriormente antes de la civilización romana, los pueblos se guiaban por el calendario lunar y celebraban la entrada del año entre finales de Febrero y principios de Marzo. Este acontecimiento era festejado dando la bienvenida a la primavera en la denominada “Noche de Marzas”.
Las Marzas es el nombre con que se conocen los cantos con los que se recibe al mes de marzo y a los que las cantan se les llama “marceros”. Esta tradición de cantar las Marzas actualmente solo se conserva en Cantabria, Norte de Palencia, León y Burgos  y Asturias.

“A cantar las Marzas
vienen los marceros,
como las cantaban
sus padres y abuelos.”

Antes el grupo de marceros estaba compuesto por mozos solteros que formaban una cuadrilla que se reunía por la noche y salían a recorrer las casas del pueblo. Cuando llegaban a un portal pedían permiso o licencia para cantar o rezar (por si en el domicilio había algún enfermo o fallecido reciente).

“Si nos dan licencia
señor cantaremos
con mucha prudencia
las marzas diremos.”

Después de cantar o rezar, los marceros eran obsequiados con dinero o con vino y alimentos por parte de los vecinos de la casa. Con lo recaudado se hacía una comida, merienda o cena que celebraban "el domingo de comer las marzas" o domingo siguiente al día en que se pedían.

Las denominadas “Marzas rutonas” o “de ruimbraga” son una serie de estrofas que se cantaban cuando los dueños de una casa se mostraban reticentes a donar algo o no abrían la puerta a los rondadores.. Hacían mención a su mal comportamiento y se decían maldiciones de todo tipo:

“A los de esta casa
solo les queremos
que todas las brujas
les chupen los huesos.
A los de esta casa
solo les queremos
que sarna perruna
les cubra los huesos.”

“Aquí vive un andrajoso
cara de pocos amigos
con más costra que un piejoso
y más bujeros que un cribo.”

Como muchas otras tradiciones, “Las Marzas” han tenido que adaptarse  a los  tiempos actuales y en los cánticos ya no sólo participan los mozos, sino todos los vecinos y allegados del pueblo que lo deseen; incluidas obviamente las mujeres.
En Cantabria, -que es el lugar donde mejor se conserva esta tradición de las Marzas-, ahora hay más diversidad e inclusión: Cuentan con coros mixtos, rondas sólo de hombres, grupos de marceros jóvenes, rondas compuestas por mujeres y rondas infantiles, logrando que no desaparezca este legado que nos dejaron nuestros antepasados.





viernes, 31 de enero de 2020

Calles y franceses








El origen del nombre popular con que se conocían las calles es diverso y la mayoría de veces, se pierde en el pasado del origen de las ciudades. Los vecinos conocían cada rincón con los nombres más naturales que se les ocurría, como por ejemplo por el nombre o apodo del residente más noble  que vivía en dicha calle, o por el trabajo a que se dedicaban la mayoría de sus vecinos. Otras veces por la casa más destacada o por algún otro motivo que distinguía dicha calle de las demás.

En Palencia, lo que si conocemos es el momento en que comenzaron a rotularse las calles y la causa que propicio la aparición de las placas, así como la rotulación de los números de cada calle. Esto tuvo lugar en 1809 y fue con motivo de la ocupación de la ciudad por parte de los franceses.

A principios de Enero de 1808 antes del inicio de la guerra, llegan a Palencia alrededor de 3000 soldados franceses, lo que supuso un notable incremento de la población, pues la ciudad contaba con unos 9000 vecinos. De 1802 a 1805 unas fiebres habían acabado con casi 4000 personas.

Aparte de buscar hospitalización para los heridos y enfermos que traían las tropas francesas, también hubo que dar alojamiento a los soldados y a los oficiales y mandos de su ejército, lo que supuso consecuencias funestas para los palentinos, ya que fueron sometidos a contribuciones especiales para pagar los cuantiosos gastos que ocasionaron. Aparte estaban los inconvenientes causados por la convivencia con los franceses, con continuas quejas, peleas, robos y vejaciones, por lo que muchos ciudadanos abandonaron la ciudad como único medio de alejarse de dichos conflictos.

El 5 de junio de 1808 la ciudad se sublevo contra los invasores franceses, asaltando el convento de San Francisco donde estaban acuarteladas las tropas napoleónicas. Poco duro, ya que el general Lasalle tras acabar con la resistencia de Torquemada, entra en Palencia el 7 de junio con varios batallones provenientes de Burgos y se hace con el mando de la ciudad. Las consecuencias fueron nuevos impuestos y la huida de muchos sublevados por temor a represalias.
A partir de ese momento los palentinos se niegan a colaborar con las tropas invasoras: Por todos los medios posibles tratan de  dificultarles el alojamiento, llegando a confundirles con las direcciones de las calles para librarse de que viviesen en sus domicilios.

Los batallones franceses eran renovados con cierta frecuencia, por lo que sobre todo los oficiales cuando conseguían conocer la ciudad debían abandonarla y así tenían muchas dificultades para encontrar su residencia y si preguntaban a algún vecino, este les daba una dirección errónea.
Ante las quejas de los oficiales franceses, en diciembre de 1808, por parte del corregidor y por orden del ejército francés, se tomó la decisión  de comenzar a rotular las calles y los números de los inmuebles de la ciudad, cosa que ocurrió a partir de 1809. Este hecho fue justificado como un símbolo de modernidad introducida por los franceses en la atrasada España, siendo Palencia una de las primeras ciudades españolas en poner en rótulos el nombre de sus calles y sus números correspondientes.