jueves, 25 de agosto de 2022

La pata de Oca en el Camino de Santiago

 




El camino de Santiago está lleno de figuras esotéricas, ritos y simbología relacionada con antiguas creencias incluso anteriores al cristianismo. Uno de estos símbolos es el de la Pata de Oca, usado por los maestros canteros y constructores de Iglesias y Catedrales.

Las ocas en la antigüedad eran las guardianas de las casas, alertaban de intrusos –Securitas Direct no existía- con el escandaloso ruido que producían. Eran consideradas animales divinos y usados como símbolo por la Orden de los Templarios: Era animal acuático, terrestre y aéreo y representa los tres colores básicos del Temple, el blanco de las plumas, el negro de la carne y el rojo de la sangre.

Los templarios después de asentarse en los caminos de Jerusalén, se establecieron en la Península Ibérica, sobre todo en el trazado del Camino de Santiago, ejerciendo como gestores directos de buena parte del camino y como protectores de los peregrinos haciendo una función policial. Mandaron construir grandes edificaciones como por ejemplo La Iglesia fortaleza de Santa María la Blanca  en Villalcazar de Sirga, una imponente construcción entre el románico y el gótico que servía  como templo y como defensa de los habitantes. En Ponferrada construyeron un gran castillo bajo el mandato de Fernando II de León.

El inocente juego de la Oca no es otra cosa que un plano encriptado del Camino de Santiago. En él se simbolizan las vicisitudes que puede encontrar el peregrino a lo largo del trayecto: Los puentes, el pozo (La tentación del pecado), La muerte rondando al peregrino, la posada como símbolo de hospitalidad jacobea etc…

 

La pata de oca está presente en diferentes marcas de cantero en el camino, bajo relieves en los templos y en crucifijos como los de Puente la Reina,  Eunate o Carrión de los Condes, Cristos en los que del travesaño central vertical surgen dos ramas en forma oblicua asociadas al árbol de la vida.

Un buen rastro de estos símbolos de Pata de Oca se materializan en simples marcas en piedras y muros del camino y en grandes Iglesias y construcciones, sirviendo de información al peregrino como puntos de referencia que tenían que ser localizados pues no existían ni mapas ni guías. Un legado que nos dejó aquella casta de monjes guerreros que tras tener dos siglos de gloria fueron proscritos y ejecutados por aquella iglesia que juraron defender.