viernes, 21 de junio de 2019

El enrame de la fuente y la flor de agua






En muchos pueblos de España y en especial los de la zona Norte, llegada la noche de San Juan, se celebraba el rito del “enrame de las fuentes”. Ya hemos señalado en ocasiones anteriores que en esta noche eran tres los elementos sobre los que se ejercían todo tipo de rituales: Fuego, Tierra y Agua.

El agua es un elemento imprescindible de la naturaleza, sin los arroyos, los ríos, las fuentes y los manantiales toda vida sería imposible, por eso desde la antigüedad, el agua fue tratada como un bien sagrado por el hombre.

Nuestra dependencia del agua dio lugar a la aparición de diversos ritos y cultos que se gestaron en torno a las fuentes y a su condición de sagradas en muchas religiones, principalmente debido a los dos grandes valores en los que se sustenta la vida: la salud y la fertilidad. El culto a las aguas, a las fuentes y a los pozos se mantuvo en la tradición popular de una manera sorprendente a lo largo de los siglos, acabando incluso por ser tolerado por el cristianismo.

Las fuentes tuvieron un papel fundamental en el abastecimiento de agua potable a la población; fueron también auténticos mentideros, lugares de encuentro y tertulia de los vecinos que acudían con sus cantaros y cubos a proveerse de agua para el día a día.

Días antes del 24 de junio, la gente solía ir a limpiar las fuentes, para después construir un ramo adornado con muchas flores y rematado con varias banderas. Llegada la Noche de San Juan una comitiva formada por los vecinos del pueblo, portaban el ramo que habían fabricado para la fuente y cantaban canciones alusivas al ramo y a la Noche de San Juan. Si había varias fuentes en el pueblo, se recorrían todas, viendo cuál de ellas estaba mejor adornada. Se bendecía a todos los presentes mojando la planta de la verbena en el agua de la fuente y salpicando para que el agua protegiera a las gentes de todo mal.

Finalmente se competía por ver quién era el primero en beber el agua de la fuente con la llegada de los primeros rayos del sol, en una tradición ancestral llamada “flor de agua”.

“La flor de agua” se asocia  a las aguas de riachuelos y fuentes que reciben los primeros rayos del sol en el amanecer de la noche de San Juan, ya apagada la hoguera y que tiene un poder benéfico y curativo para el que la bebe o se baña en sus aguas.

En algunos pueblos de Asturias  las mozas iban a una fuente en la madrugada de San Juan para coger la flor del agua. La doncella que lograba cogerla obtenía la seguridad de que se casaría antes de terminar el año. La primera joven que conseguía coger la flor del agua colocaba en la fuente una rama en señal de que ya se había llevado esa mágica flor, para que la joven que viniera tras ella viera la fuente enramada y tuviera que dirigirse a otro manantial que aún estuviese virgen.

Hoy en día, se siguen engalanando las fuentes la Noche de San Juan en distintos puntos de España, pero en realidad se ha convertido en un concurso entre barrios o vecinos por ver quien adorna mejor la fuente pública más próxima a su vivienda, eso sí por lo menos los Ayuntamientos han conseguido recuperar la tradición “del enrame de las fuentes” aunque sea dando premios a los “enrames” más originales y bonitos.