miércoles, 15 de diciembre de 2021

Vuelve por Navidad

 





Al tendero de la esquina,

Que ha tenido la atención,

De tirarle a la cabeza

Un pedazo de turrón

(villancico popular)

Sin duda si hay un dulce navideño por excelencia, ese es el turrón con sus distintas variedades, aunque si nos ponemos estrictos, tipos de turrón como tal, solo hay dos: el turrón duro o turrón de Alicante y el turrón blando o turrón de Jijona. Pero hagamos un poco de historia sobre este particular alimento.

Los orígenes del turrón son inciertos, pero parece que los griegos preparaban un alimento energético a base de almendras y miel y que incluso lo tomaban los atletas en las olimpiadas. En España se cree que lo introdujeron los árabes, teniendo un aspecto parecido al turrón de Guirlache que conocemos hoy en día.

Los documentos que se remontan a la época árabe como el inicio de la historia del turrón aseguran que surgió tras un concurso. Los árabes buscaban un alimento nutritivo que mantuviera sus propiedades durante bastante tiempo y que fuese fácil transportar. De ahí surge la creación del turrón, un producto hecho a base de frutos secos y miel que aguanta bien las bajas temperaturas.

 

La primera referencia escrita que existe en España del turrón, se encuentra en una carta del año 1453 de María de Trastámara a las monjas del Convento de Santa Clara barcelonés, pero ya se cita  un dulce semejante en 'Las mil y una noches'.

 

Otra de las primeras menciones escritas en la historia del turrón tradicional aparece a mediados del Siglo XVI cuando la popularidad de los turrones es tal que se describe en obras de teatro como “La Generosa Paliza” del Sevillano Lope de Rueda, precursor del Siglo de Oro, donde la trama principal gira en torno al robo de una libra de turrones de Alicante.

 

En el siglo XVIII, vivía en Barcelona un artesano de apellido Turró, que utilizó almendras y miel para hacer unas obleas que podrían consumirse más adelante en épocas de hambruna. Pero la tradición popular apuesta por el origen del turrón en Jijona, la localidad alicantina que tiene una de las mayores producciones de turrón nacional. Es más hasta hay una leyenda sobre el origen del turrón de Jijona:

 

Cuenta la leyenda que, en época de Al-Ándalus, existió un califa que contrajo matrimonio con una princesa de origen escandinavo, por lo que ella tuvo que marcharse de su país dejando atrás su tierra natal.

La princesa se sentía melancólica al no poder disfrutar de la belleza de los gélidos paisajes de su país.

El rey, al notar a su esposa decaída, plantó alrededor del castillo miles de almendros. Así, cuando las almendras florecían, el paisaje se tornaba blanco, recordándole a la princesa a su país natal y haciéndole recobrar la felicidad.

Entonces, los habitantes de Jijona, conmovidos por esta romántica historia, comenzaron a recoger las almendras, elaborando con ellas las primeras creaciones de turrón”.

 

Pero entonces nos surge una duda, si el origen del turrón no está ligado a la Navidad, ¿por qué su consumo se produce en esta época del año? Respuesta: La cosecha de la almendra se produce a finales de verano, alargando el proceso de fabricación y elaboración del turrón hasta los últimos meses del año y el último trimestre anual.

Por ello, el producto final llega a nosotros durante los últimos meses, siendo perfecto para su consumo en Navidad. De esta manera, se ha convertido en un producto típico navideño, por eso siempre vuelve a casa por Navidad.




Fuentes: Propias e Internet



 

 

 

 

 


viernes, 29 de octubre de 2021

Hilas,Jilas,Filandones.....

 




Antaño, en el mundo rural la vida en comunidad tenía su mayor esplendor en las estaciones de otoño e invierno una vez que se habían acabado las tareas del campo propias de primavera y verano.

Con el nombre de “hilandera”, “hila” o “velorio” se conoce en la zona Norte de la provincia de Palencia a las reuniones vecinales nocturnas que se hacían para hacer la labor de reducir a hilo la lana y el lino. En Cantabria reciben el nombre de “Jilas”, en Asturias y León “Filandones”, en Galicia “Fiadas”, en Burgos “Hilorios”…..,trabajo de hilado que servía para confeccionar los tejidos que luego serían su sencilla vestimenta.

Pues bien en estas veladas se aprovechaba para entablar conversación y comentar los asuntos del pueblo, contar historias y leyendas, hablar de casamientos y noviazgos y sobre todo una vez que estaban animados se cantaba.

 

“Muchacho si buscas novia

búscala que sepa hilar

que la rueca es un tesoro

sabiéndola manejar”

 

Cuando el ganado estaba encerrado y ya se había cenado, las muchachas solteras con sus madres y las casadas armadas del huso y la rueca, marchaban a la casa en que fuera a celebrarse la reunión. Más tarde llegarían los mozos cantando y haciendo bromas.

Pero no era una actividad ociosa como tal, ya que en ella aparte de hilar a la vez se esponjaba la lana, se trajinaba la rueca, y tras devanar las madejas de lana, se tejían chaquetas y prendas de abrigo.

 

La Iglesia católica legisló y persiguió estas reuniones:

En 1798, Francisco Ubago y Fernández, visitador de varios pueblos de la comarca de Herrera de Pisuerga, se hacía eco de la costumbre de estas veladas, conocidas en dicha zona como “velorios” o “veladeros”: “reina el pestilente y abominable abuso de juntarse muchas mozas solteras a ilar en los que llaman veladeros en los que permanezen desde el principio de la noche hasta fines de ella, a los que igualm(te) asisten los mozos de cuias fuerzas se originan gravísimos pecados y ofensas a Dios de las que en especial serán responsables los padre de familias…

En la visita pastoral de 1723 a Trobajo (obispado de León), el visitador fue informado que “en muchos lugares por las noches se juntan a los filandoiros concurriendo algunos mozos de que se originan graves ofensas a Dios Nuestro Señor con detrimento de las almas, porque su Ilustrísima [el Obispo de León] prohíbe dichos filandoiros y sólo permite pueda concurrir una vecina con otra sin admitir mozos y lo cumplan así pena de dos ducados aplicados para la luminaria de dicha Iglesia”.

 

A pesar de las prohibiciones de la iglesia, estas veladas lograron mantenerse en el tiempo, hasta mediados del pasado siglo. Desaparecieron lentamente, tanto por el cese de la actividad textil como por los cambios que se produjeron en la sociedad rural.

En León se ha conseguido recuperar esta tradición (filandón procede del vocablo leonés "filare", que significa "hilar") y en los barrios y en la provincia se recrean estos filandones .




Fuentes: Museo Etnográfico Piedad Isla, Cervera de Pisuerga

Antiguas tradiciones de Cantabria de Alberto M. Beivide

Internet

miércoles, 29 de septiembre de 2021

La catedral y la leyenda de San Antolín

 


 

Este año se celebra el 700 aniversario de la colocación de la primera piedra de la catedral de Palencia, pero la llamada “La bella desconocida” tuvo su origen mucho antes.

La historia de la Catedral comienza con un templo de época visigoda construido hacia mediados del siglo VII dedicado a San Antolín. En 1219 se concluye la edificación de la catedral de estilo románico sobre los restos  que habían quedado del templo visigodo después de la invasión musulmana. Esta edificación románica no duraría mucho tiempo, pues el 1 de junio de 1321 se colocaría la primera piedra de lo que sería la catedral de estilo gótico, durando las obras hasta principios del siglo XVI.




La llamada Cripta de San Antolín de la Catedral de Palencia, es lo que queda  del primitivo templo visigodo. San Antolín fue un santo sirio del siglo IV, siendo especialmente venerado en la ciudad francesa de Pamiers. Sus reliquias habrían sido traídas a Palencia por el rey godo Wamba (672-683), olvidadas tras la invasión musulmana y descubiertas por el rey navarro Sancho III.

Sobre la aparición de estas reliquias y la construcción de la catedral, existe una leyenda más difundida que original, que tiene a este rey y a un jabalí como protagonistas.

La leyenda cuenta que el Rey Sancho de Navarra salió de caza por estos parajes, apareciéndosele un hermoso jabalí, el cual al sentirse acosado se refugió en una cueva casi oculta entre los matorrales.

El rey sin pensárselo se adentra en la cueva y ve al jabalí sin escapatoria posible, tensa su venablo  y cuando está dispuesto a disparar, siente que su brazo se ha paralizado y que no puede moverse. Cuando cree que todo está perdido, un rayo de luz ilumina una pequeña imagen de San Antolín. Sancho comprendió que estaba en lugar sagrado  y suplicó protección divina para la curación de su brazo, prometiendo a cambio de su sanación que erigiría un templo en honor del santo. El rey recobró las fuerzas y el vigor de su brazo y en cumplimiento de su voto reconstruyó y repobló la ciudad de Palencia y construyó la primitiva catedral románica.

En la actualidad, la catedral de Palencia conjuga cuatro estilos arquitectónicos, tiene 130 metros de largo y 50 de ancho en el crucero y 43 metros de altura en el ábside, siendo la tercera más grande de España después de la de Toledo y Sevilla, pero a pesar de los tesoros artísticos que tiene en su interior y la grandiosa arquitectura de su exterior sigue siendo “La Bella Desconocida”.







miércoles, 25 de agosto de 2021

Apellidos en España

 



El nombre que llevamos generalmente es por imposición de los padres, pero el apellido es una herencia familiar que en España empezó a usarse a partir de la Edad Media, aunque en China parece ser que la costumbre de llevar apellido surgió por el año 2850 a.C.

Hasta la Edad Media solo los nobles tenían apellido relativo a la casa real a la que pertenecían como por ejemplo Trastámara, Alba etc.

Cuando la burguesía comenzó a tener acceso a distintos bienes como los inmuebles, se volvió necesario definir con precisión los apellidos que se iban a imponer. El criterio de asignación de los apellidos fue de lo más básico y pragmático, y en la mayoría de los países se aplicaron parámetros similares Así que estos se dividieron en varias ramas:

Apellidos de oficios- El trabajo de cada persona sirvió como identificación, surgiendo los Carnicero, Labrador, Herrero…

Apellidos patronímicos- Se identificó a cada persona por ser hijo de, en Castilla se utilizó principalmente la desinencia "ez", aunque también es frecuente “oz”.  Ambas desinencias equivalen a ‘hijo de’ o ´descendiente de’. Ejemplos son Ramírez como hijo de Ramiro, Álvarez de Álvaro y Muñoz de Muño.

Apellidos descriptivos- Se asignaron por un atributo, defecto personal o físico e incluso por los motes heredados. Es el caso de los que se apelliden Moreno, Delgado, Alegre…

Apellidos toponímicos- Por el lugar donde habitaban o procedían ya fuera sitio, paraje o comarca .Ejemplos como Vega, Ríos, Gallego etc.

Apellidos castellanizados- Son aquéllos que no tienen un origen hispano, pero que con la influencia del idioma castellano fueron transformándose con una grafía o gramaticalmente a lo más parecido en la fonética española, como por ejemplo Farías, de origen portugués (Fariao); Gallardo, procede del francés (Gaillard).

Destacar que hubo apellidos que no sufrieron cambios y siguen siendo igual que el nombre que los originó. Es el caso de Alonso o García.

En España lo más común es que tengamos dos apellidos, uno por parte de padre y otro por parte de madre. Sin embargo, en otros muchos países, sobre todo anglosajones, como Reino Unido, Australia o Estados Unidos, lo más frecuente es que únicamente conserven el apellido de una de las dos partes, el del padre.

El origen del doble apellido proviene de las clases altas castellanas, quienes lo usaban para la distinción, y no fue hasta el siglo XVIII cuando se extendió al resto de la población. No obstante, no sería hasta el Código Civil de 1889, tras el Registro Civil de 1871 que ayudó a consolidarlo, cuando se estableció el derecho al doble apellido y se fue haciendo más común su utilización.

Finalmente veremos una clasificación de los apellidos actuales más frecuentes en España:

García (1.462.696 personas) lidera con amplia diferencia esta clasificación, sacándole mucha distancia a Rodríguez (927.819), segundo clasificado. El podio lo cierra González (910.545) y tras él le siguen Fernández, López, Martínez, Sánchez, Pérez, Gómez y Martin.


Fuentes: Internet y propias


 

 

 


lunes, 21 de junio de 2021

Lavanderas

 


Hoy en día, poner la lavadora se ha convertido en una acto de lo más normal (a pesar del precio de la electricidad), pero hace unos cuantos años, lavar la ropa suponía un trabajo la mayoría de veces agotador, ya que las casas carecían de agua corriente. Había que hacer un notable esfuerzo para desplazarse al rio o al arroyo cargados con la ropa y las sábanas, incluso en los pueblos que había lavaderos estos solían estar en las afueras de los mismos.

Esta tarea normalmente la hacían las mujeres, en una sociedad tremendamente machista, los hombres se desentendían de todo lo relacionado con el hogar.

Las casas pudientes que se lo podían permitir contrataban a mujeres para lavar la ropa. Así nació el oficio de “lavandera”, mujer con pocos recursos económicos que ajustaba el precio de lavandería de acuerdo al número de piezas que lavaba. Se pagaba a un tanto la pieza, que era fijado por los demandantes del servicio o por acuerdo y que sólo permitía obtener una retribución muy escasa, propia de la época, que completaba los ingresos familiares


Las lavanderas cargadas con su hato de ropa, la tabla de lavar o banca y el jabón llegaban temprano para coger un buen sitio soleado. Primero mojaban la ropa y luego la enjabonaban con jabón, generalmente hecho en casa con sebo y grasa. Luego se frotaba con fuerza sobre la banca hasta conseguir sacar la suciedad. Posteriormente la aclaraban y volvían a dar un segundo enjabonado con el que esponjaba más la ropa, para luego aclararla y ponerla al sol, bien sobre la hierba o colgándola entre los árboles.

Era un trabajo muy duro sobre todo en invierno, muchas veces había que romper los hielos que se formaban con las bajas temperaturas. Los sabañones y la artrosis dejaban su presencia en estas aguerridas mujeres, que a pesar de todo hacían su trabajo con soltura, muchas veces cantando alegres coplas que hacían la tarea más llevadera.


“Lavandera que en el rio lavas

con el agua y el rico jabón

deja de lavar un rato

mientras dure y descansa mi amor”

(Danza de paloteo de los danzantes de Frómista)


La acción de lavar se completaba posteriormente en casa con la colada, que venía a ser la acción de blanquear la ropa colándola con ceniza y agua bien caliente. Se hacía esto introduciéndola en una comporta de mimbre (anteriormente de madera, y posteriormente de  cinc), colocada sobre una escurridera, y una vez llena de ropa, cubierta por encima con un paño sobre el que se colocaba la ceniza.

El uso de la ceniza para blanquear es una técnica que se ha usado durante siglos y tiene una explicación: Al verter el agua caliente sobre la ceniza, lo que hace es arrancarle a esta, mediante la disolución, los carbonatos de sodio y de potasio, y colarlos por el lienzo (de ahí el nombre de colada) e ir extendiéndolos por toda la ropa.

Todavía hoy no se ha descubierto ningún producto ni lejía que llegue a igualar el efecto blanqueador de aquella técnica de nuestras abuelas.

El trabajo de las lavanderas fue fundamental en las economías pobres urbanas y rurales, sobre todo a partir del siglo XVIII, cuando una demanda creciente de este servicio trajo consigo la especialización de las mujeres de los pueblos cercanos a las ciudades. Estas sufridas mujeres a las que hoy desde la comodidad que supone  lavar la ropa en la lavadora, las reconocemos lo que supuso su trabajo y rendimos este pequeño homenaje.

Fuentes: Del rio al lavadero, el duro oficio de lavandera- J. de la Cruz

         Internet






viernes, 28 de mayo de 2021

La Leyenda del Gigante del Valle Estrecho

 



Hace mucho que no contábamos una leyenda, hoy vamos a relatar una que tiene lugar en la zona de la Montaña palentina, concretamente en San Martín de los Herreros y Rabanal de las Llantas, en el llamado Valle Estrecho, dominado por una cumbre majestuosa de 1993 metros : Peña Redonda.

Cuenta la leyenda que en las inmediaciones de San Martín de los Herreros vivía un gigante con la compañía de su bella hija, de la cual no quería separarse nunca. La muchacha fue creciendo sin otra amistad que la de su padre  pues nadie se acercaba a verla por temor al gigante, así que la pobre chica era infeliz y lloraba y suplicaba a su padre que la dejase marchar a otras tierras en busca de la felicidad que allí no tenía. El gigante no hacía caso a sus suplicas y la vigilaba constantemente.

Un día la muchacha preparo una pócima con unas hierbas que recogió en  el campo y se lo dio a su padre y este cayó dormido profundamente. Ella aprovecho  el sueño del gigante para huir a través de las montañas y no volver jamás a su hogar.

Cuando despertó el gigante busco desesperadamente a su hija, pero al comprender que nunca la volvería a ver, cayó desconsolado en la más profunda de las tristezas, destruyó su casa y subió a lo alto de la Peña. Allí, cansado de sollozar por la pérdida de su querida hija, se recostó en la roca y se quedó dormido y no despertó jamás.

El tiempo pasó y la niebla y las nieves cubrieron las montañas, y cuando salió el sol, los habitantes de la zona vieron como el gigante se había convertido en estatua de piedra y yacía recostado sobre Peña Redonda. 

 Y aunque el Gigante mantiene su sueño, sus lágrimas siguen derramándose por la montaña y brotando en la conocida ‘Fuente Deshondonada’ que resurge con más fuerza cuando se aproxima la fecha de aquella triste partida.


Hoy en día se puede apreciar el perfil del gigante cuando se mira la cara Norte de Peña Redonda, unas formas caprichosas de las montañas que al igual que en otros lugares sirven para crear hermosas leyendas que van contándose de generación en generación.

Hay una ruta corta de 4Km. que recorre la senda del Gigante del Valle Estrecho, con un mirador  desde donde se puede contemplar la figura del Gigante.

Fuentes: Historias y leyendas palentinas de F.Roberto Gordaliza Aparicio e Internet.


 



jueves, 22 de abril de 2021

En torno a Villalar

 





El 25 de Abril se cumplen 45 años de la primera concentración en la localidad de Villalar para celebrar la revuelta comunera coincidiendo con el 455 aniversario del ajusticiamiento de los comuneros. A pesar de estar prohibida por el gobernador de Valladolid, cerca de 500 castellanos y leoneses se dirigieron hacia Villalar el domingo 25 de abril de 1976 por caminos y carreteras secundarias (los accesos principales habían sido cortados).Aunque la guardia civil arremetió contra los allí presentes con golpes y sablazos, fue el germen que dio lugar a futuras celebraciones más tranquilas y pacificas del día de la Comunidad el 23 de Abril.

El movimiento comunero, fue la primera de las guerras civiles que en los tiempos modernos hubo en España y aunque se dieron varias circunstancias para ello, dos son las principales: Las económicas-sociales y los cambios políticos.

A principios del siglo XVI se dan muy malas cosechas (sobre todo de cereal), la industria de la lana entra en declive y hay hambruna y epidemias. Los precios suben y bajan, pero en 1521 alcanzan su punto máximo. Con la crisis se rompe el equilibrio entre las regiones que habían conseguido mantener los Reyes Católicos, lo que trae el descontento en la mayoría de poblaciones.

La situación política está caracterizada por una serie de problemas dinásticos desde la muerte de Isabel la Católica en 1504, sobre todo con la incapacitación de la hija heredera, la mal llamada por la historia Juana la Loca. En 1516 el hijo de esta y de Felipe el Hermoso, Carlos se proclama rey de Castilla en contra del regente Cardenal Cisneros y del Consejo Real.

El nuevo soberano viene rodeado de una corte de consejeros flamencos y no habla nada de español. Estos consejeros se reparten los mejores cargos sin el menor escrúpulo. En 1519 Carlos es nombrado emperador y se va rápidamente a Alemania. El descontento es ya total en toda Castilla cuando se anuncia que subirán los impuestos para pagar la coronación imperial.

Pero lo que desencadena la guerra comunera fue el hecho de que el Rey celebra las Cortes en Santiago y la Coruña y logra convencer con presiones y favores a una mayoría de procuradores, que consienten en votar el servicio y se marcha a Flandes y Alemania dejando como regente y virrey a su antiguo preceptor el cardenal Adriano.

En varias ciudades se producen motines y se empiezan a regir por comunidades compuestas por representantes de todos los ciudadanos.



La situación parece estar del lado de los comuneros, pero en el otoño de 1520 la aristocracia castellana hasta entonces neutral, se posiciona a favor de Carlos V ya que se siente amenazada por el movimiento comunero. El 5 de diciembre el ejército real  reconstituido con la ayuda de los nobles desaloja a los comuneros de Tordesillas donde estaba la reina Juana.

Las fuerzas comuneras que contaron en todo momento con un enorme apoyo de todas las poblaciones, se decidieron a dar la batalla de Villalar, la suerte estaba echada: la alianza de las tropas del emperador y la de la mayoría de la nobleza feudal, fueron los factores que a pesar de la heroicidad de los sublevados, determinaron la derrota el 23 de Abril de 1521.

Este año a pesar de que no nos podamos reunir en la campa, se cumplen 500 años de la batalla de Villalar y por consiguiente de la derrota comunera. Los tiempos desde entonces han cambiado bastante, aunque en algunos aspectos la situación es parecida, entre otras cosas seguimos teniendo un soberano al que por cierto le han hecho presidente de honor de esta conmemoración....En fin una derrota que marcó lo que pudo haber sido y no fue, quedando sus pueblos y ciudades marcadas dentro de la España vacía: Sus gentes se marchan a buscarse la vida a otros lugares sin que nadie alce la voz, pues para eso nos han enseñado a ser respetuosos y sumisos con el poder establecido.








 


 


jueves, 4 de marzo de 2021

Eres un adobe

 




Es una expresión popular que se aplica a una persona que es muy bruta o que tiene pocas luces. Viene del material tosco empleado en construcción cuyo uso ha sido registrado  a más de 10 mil años en las más variadas zonas y climas del planeta: el adobe, palabra que procede del árabe al-tub​ (طوب) que significa ladrillo sin cocer.

El hacer adobes era una técnica manual en las construcciones tradicionales de casas y otros edificios, habiendo sido muy empleado  en Tierra de Campos y La comarca del Cerrato.

Para su construcción se necesitan tres elementos: Agua, tierra y paja.

La mezcla de estos tres materiales se hacía pisándoles con los pies para preparar un barro que se echaba con fuerza para que no quedara aire dentro, a un molde generalmente de madera llamado macal o adobera. En estos moldes se dejaba secar al menos 3 días, pero esto podía variar dependiendo de la cantidad de agua usada, el tipo de tierra y de las condiciones climáticas del lugar. Así se obtenía un  tipo de ladrillo de barro sin cocer, que era barato porque los materiales eran los que había en las proximidades y no se necesitaba grandes conocimientos técnicos para hacerlos. Los mejores barros para fabricarlos eran aquellos cuyo porcentaje de arcilla no llegaba al 20% y el contenido de agua no superaba el 12% de dicha arcilla empleada.

La mayor parte de estas construcciones en tierra son “autoconstrucciones”, algo típico de la arquitectura popular, puesto que durante siglos cada familia construía su vivienda por sí misma, o a lo sumo con la colaboración de algún albañil popular. Para ello seguían a rajatabla técnicas transmitidas de generación en generación.

El uso de barro y paja en la construcción estaba considerado como un elemento aislante, de gran utilidad en estas zonas de clima extremado. Por ello las casas en las que la economía permitía el uso de ladrillos, estos se colocaban cubriendo el adobe o el tapial para así mantener la capa aislante, tan útil en los fríos del invierno como en las altas temperaturas veraniegas.


Unas edificaciones típicas de adobe en Tierra de Campos son los palomares, cada vez más deteriorados al igual que muchas casas abandonadas de los pueblos. No olvidemos que el peor enemigo de estas construcciones hechas de barro es el agua y si se derrumban es muy costoso volverlas a poner en pie.

Tristemente en lo que ahora llaman la España vaciada vemos cantidad de casas y tapiales de adobe derruidos en un estado de abandono total. Mucha gente del campo emigro a las ciudades en los años 50 y 60, dejando atrás las casas que habitaban o construcciones menores que utilizaban en su trabajo, como chozos, palomares, etc. Al ser el material principal la tierra, los fallos en los tejados abrieron paso a las goteras y, con el agua, al derrumbe de paredes, muros y tapias.

Muchos de estos emigrantes llegados a las ciudades, construyen sus propias viviendas en los barrios periféricos de la urbe  con las mismas técnicas que dejaron atrás en sus pueblos, es decir empleando el adobe como materia principal y después de duras jornadas de trabajo y robando horas al descanso diario, logran levantar su “casa molinera”.



 

 


miércoles, 3 de febrero de 2021

Portazgos y Fielatos

 




El antiguo impuesto, existente en los reinos de Castilla, Aragón y Navarra, sobre los derechos de tránsito, que satisfacían los que iban de camino, pisaban terreno del rey o del señor, o entraban en la ciudad se llamaba Portazgo. También se conocía como portazgo el edificio o lugar donde se cobraba este impuesto.

Eran estos impuestos una pesada carga para los trajinantes  especialmente para arrieros y carreteros y encarecían mucho el precio de los transportes. Se cobraban frecuentemente por personas particulares que carecían del permiso para hacerlo, y por eso el rey Alfonso X ordenó que ni ellas ni los municipios percibieran esos impuestos sin tener licencia real.

El derecho al portazgo fue abolido y restablecido por ley varias veces, hasta que por fin, la ley de 31 de diciembre de 1881 suprimió este tributo definitivamente.



 

Los fielatos era el nombre popular que recibían en España unas casetas situadas a las entradas de las principales ciudades y villas y que funcionaban como puestos aduaneros para el cobro de impuestos y tasas municipales sobre el tráfico de mercancías. El término fielato procede del fiel o balanza que se usaba para el pesaje. Fueron creados con la reforma tributaria del ministro Alejandro Mon de Isabel II en 1845 aunque ya existían desde antiguo como lugares donde se pesaban, medían, contaban y gravaban mercancías. Los artículos sometidos al pago de arbitrios municipales eran por lo general leche, carnes, pescados, vinos, aceite y jabón, trigo, paños, carbón, frutas y ganado bovino, lanar y cabrío. También los alcoholes y aguardientes destinados al encabezamiento de los vinos y a la fabricación de licores y bebidas espirituosas.

Algunas diputaciones provinciales también instauraron estos impuestos para sufragar su mantenimiento y obras públicas a su cargo. Especialmente llamativos fueron los ejemplos de las diputaciones de Oviedo y de Santander, que establecieron férreos controles en las principales carreteras y caminos de acceso a sus provincias con el fin de cargar impositivamente al vino procedente de Castilla.

 No todas estas casetas estuvieron ubicadas en la provincia a la que se pagaba el impuesto, es el caso del fielato montañés que controlaba el acceso a Potes (Cantabria) desde Cervera de Pisuerga (Palencia) que estaba situado en el pueblo palentino de Camasobres. El fielato de Camasobres, situado en el llano, antes de acometer la subida al puerto de Piedrasluengas, diez kilómetros adentro de Palencia, curiosamente, pertenecía a la Diputación de Santander, y trabajaban en el los mismos funcionarios de aquella diputación provincial. Quienes pasaban por allí, camino de las ferias, tenían que pagar una cantidad (según el valor de la mercancía).

En el año 1963, con la desaparición definitiva del impuesto de Consumos (uno de los impuestos más impopulares que han existido en España), desaparecen los fielatos, aunque en algunos lugares se siguen conservando estas edificaciones, algunas en mal estado y otras adecentadas para otros fines sociales.