El nombre que llevamos generalmente es por imposición de
los padres, pero el apellido es una herencia familiar que en España empezó a
usarse a partir de la Edad Media, aunque en China parece ser que la costumbre
de llevar apellido surgió por el año 2850 a.C.
Hasta la Edad Media solo los nobles tenían apellido
relativo a la casa real a la que pertenecían como por ejemplo Trastámara, Alba
etc.
Cuando la burguesía comenzó a tener acceso a distintos
bienes como los inmuebles, se volvió necesario definir con precisión los
apellidos que se iban a imponer. El criterio de asignación de los apellidos fue
de lo más básico y pragmático, y en la mayoría de los países se aplicaron
parámetros similares Así que estos se dividieron en varias ramas:
Apellidos
de oficios- El trabajo de cada persona sirvió como
identificación, surgiendo los Carnicero, Labrador, Herrero…
Apellidos
patronímicos- Se identificó a cada persona por ser hijo
de, en Castilla se utilizó principalmente la desinencia
"ez", aunque también es frecuente “oz”. Ambas desinencias equivalen a ‘hijo de’ o
´descendiente de’. Ejemplos son Ramírez como hijo de Ramiro, Álvarez de Álvaro
y Muñoz de Muño.
Apellidos
descriptivos- Se asignaron por un atributo, defecto
personal o físico e incluso por los motes heredados. Es el caso de los que se
apelliden Moreno, Delgado, Alegre…
Apellidos
toponímicos- Por el lugar donde habitaban o procedían ya
fuera sitio, paraje o comarca .Ejemplos como Vega, Ríos, Gallego etc.
Apellidos
castellanizados- Son aquéllos que no tienen
un origen hispano, pero que con la influencia del idioma castellano fueron
transformándose con una grafía o gramaticalmente a lo más parecido en la
fonética española, como por ejemplo Farías, de origen portugués (Fariao);
Gallardo, procede del francés (Gaillard).
Destacar que hubo apellidos que no sufrieron cambios y
siguen siendo igual que el nombre que los originó. Es el caso de Alonso o
García.
En España lo más común es que tengamos dos apellidos, uno
por parte de padre y otro por parte de madre. Sin embargo, en otros muchos
países, sobre todo anglosajones, como Reino Unido, Australia o Estados Unidos,
lo más frecuente es que únicamente conserven el apellido de una de las dos
partes, el del padre.
El origen del doble apellido proviene de las clases altas
castellanas, quienes lo usaban para la distinción, y no fue hasta el siglo
XVIII cuando se extendió al resto de la población. No obstante, no sería hasta
el Código Civil de 1889, tras el Registro Civil de 1871 que ayudó a
consolidarlo, cuando se estableció el derecho al doble apellido y se fue
haciendo más común su utilización.
Finalmente veremos una clasificación de los apellidos
actuales más frecuentes en España:
García (1.462.696 personas) lidera con amplia diferencia
esta clasificación, sacándole mucha distancia a Rodríguez (927.819), segundo
clasificado. El podio lo cierra González (910.545) y tras él le siguen
Fernández, López, Martínez, Sánchez, Pérez, Gómez y Martin.
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