martes, 12 de abril de 2022

Tinieblas, carracas y bromas

 



El Oficio de Tinieblas, llamado así por celebrarse al anochecer y con la iglesia casi a oscuras, es el rito que la Iglesia Católica celebra -ahora de forma minoritaria- de Miércoles a Viernes Santo, consistente en el rezo de la Liturgia de las Horas -maitines, laudes y vísperas- de forma conjunta, para así dejar libre el templo para las celebraciones religiosas propias de esos días. Se utilizaba para ello, un candelabro especial que tenía 15 velas, llamado tenebrario. Las luces del templo y las velas se iban apagando una tras otra, para quedar el templo prácticamente a oscuras tras el canto de los salmos. Al final, quedaba encendido sólo el cirio principal  y era cuando tanto el clero como los fieles hacían sonar carracas y matracas para simular las convulsiones que sufrió la Naturaleza por la muerte de Jesucristo.

El ruido producido era ensordecedor pues aparte de golpear carracas, matracas tabletas y otros instrumentos, la gente golpeaba los bancos y todo lo que tuviese a mano. Los más jóvenes aprovechaban el ruido y la oscuridad para gastar bromas, algunas un poco pesadas como clavar los manteos de las mujeres en los bancos.

El rito cayó en desuso a partir de la aprobación del nuevo Breviario Romano de 1962 por el papa Juan XXIII. El Concilio Vaticano II no lo prohibió, pero impuso que su celebración quedara a expensas de una autorización expresa del obispo de la diócesis correspondiente. Muchos párrocos se alegraron con la desaparición de este rito, ya que los daños ocasionados en bancos, reclinatorios y confesionarios eran cuantiosos.

En un romancillo anónimo, se hace referencia al estruendo provocado por las carracas, matracas y mazos y lo que le ocurrió a un aceitero que llegó a Cuenca el Jueves Santo no sabiendo lo que eran las tinieblas y se quedó dormido en el templo arrullado por los canticos en gregoriano y la oscuridad existente. Veamos los últimos versos de este romancillo:

“El sacristán poco a poco iba una a una apagando

aquellas tétricas velas que había en el tenebrario

y al apagarse la última, comenzaron los muchachos

con matracas y carracas y con martillos y clavos

a armar tan horrible estrépito y  a hacer un ruido tan bárbaro

que despertó el aceitero con los pelos erizados

y al verse en el templo a oscuras se subió encima de un banco

y levantando un garrote cogido con ambas manos

exclamó fuera de sí y echando un terrible taco:

-a la primera tiniebla que me toque o me haga daño

con este palo, le juro que por la mitad lo rajo-"

(Publicado en el semanario “ El Castellano” el 5 de abril de 1896)




 

Fuentes: -Fiestas y Ritos tradicionales de Antonio Sánchez Barrio
         - Internet