El antiguo impuesto, existente en los reinos de Castilla,
Aragón y Navarra, sobre los derechos de tránsito, que satisfacían los que iban
de camino, pisaban terreno del rey o del señor, o entraban en la ciudad se
llamaba Portazgo. También se conocía como portazgo el edificio o lugar donde se
cobraba este impuesto.
Eran estos impuestos una pesada carga para los trajinantes especialmente para arrieros y carreteros y
encarecían mucho el precio de los transportes. Se cobraban frecuentemente por
personas particulares que carecían del permiso para hacerlo, y por eso el rey
Alfonso X ordenó que ni ellas ni los municipios percibieran esos impuestos sin
tener licencia real.
El derecho al portazgo fue abolido y restablecido por ley
varias veces, hasta que por fin, la ley de 31 de diciembre de 1881 suprimió
este tributo definitivamente.
Los fielatos era el nombre popular que recibían en España unas
casetas situadas a las entradas de las principales ciudades y villas y que
funcionaban como puestos aduaneros para el cobro de impuestos y tasas
municipales sobre el tráfico de mercancías. El término fielato procede del fiel
o balanza que se usaba para el pesaje. Fueron creados con la reforma
tributaria del ministro Alejandro Mon de Isabel II en 1845 aunque ya existían
desde antiguo como lugares donde se pesaban, medían, contaban y gravaban
mercancías. Los artículos sometidos al pago de arbitrios municipales eran por
lo general leche, carnes, pescados, vinos, aceite y jabón, trigo, paños,
carbón, frutas y ganado bovino, lanar y cabrío. También los alcoholes y
aguardientes destinados al encabezamiento de los vinos y a la fabricación de
licores y bebidas espirituosas.
Algunas diputaciones provinciales también instauraron estos impuestos
para sufragar su mantenimiento y obras públicas a su cargo. Especialmente
llamativos fueron los ejemplos de las diputaciones de Oviedo y de Santander,
que establecieron férreos controles en las principales carreteras y caminos de
acceso a sus provincias con el fin de cargar impositivamente al vino procedente
de Castilla.
No todas estas casetas
estuvieron ubicadas en la provincia a la que se pagaba el impuesto, es el caso del
fielato montañés que controlaba el acceso a Potes (Cantabria) desde Cervera de
Pisuerga (Palencia) que estaba situado en el pueblo palentino de Camasobres.
El
fielato de Camasobres, situado en el llano, antes de acometer la subida al
puerto de Piedrasluengas, diez kilómetros adentro de Palencia, curiosamente,
pertenecía a la Diputación de Santander, y trabajaban en el los mismos
funcionarios de aquella diputación provincial. Quienes pasaban por allí, camino
de las ferias, tenían que pagar una cantidad (según el valor de la mercancía).
En el año 1963, con la desaparición definitiva del impuesto de
Consumos (uno de los impuestos más impopulares que han existido en España),
desaparecen los fielatos, aunque en algunos lugares se siguen conservando estas
edificaciones, algunas en mal estado y otras adecentadas para otros fines
sociales.
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