Según la leyenda, Ambrosio fue un
labrador que vivió en Sevilla a principios del siglo XIX. Como no le iba bien
con la agricultura, cogió su carabina, la cargo con cañamones en vez de con
pólvora y se dedicó a ser salteador de caminos.
Todos los caminantes a los que
asaltaba le tomaban a broma ya que su candidez era bien conocida en la comarca
y todo el mundo sabía que era incapaz de hacer daño a una mosca.
El bueno de Ambrosio se veía así
obligado a retirarse de nuevo a su lugar maldiciendo de su carabina, a quien
achacaba la culpa de imponer poco respeto a los que él asaltaba.
Desde este momento ser como la
carabina de Ambrosio es como ser una cosa inservible o como una persona o
cosa sin ningún valor.
A finales del XIX se puso de moda
la palabra carabina para referirse a esa señorita de compañía que los padres de
la buena sociedad imponían a sus hijas para garantizar la moralidad en su trato
con los chicos. Sabemos que ésta carabina surge relacionada
con la de Ambrosio por su manifiesta inutilidad en el intento de garantizar la
moralidad de las jóvenes.
Es probable que con la aparición
de estas inútiles carabinas de compañía se reactivase la expresión la
"carabina de Ambrosio" que ya existía en nuestra lengua caracterizada
por su inutilidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario