La llegada de Carlos V a
la Península para hacerse cargo de la Corona, la introducción de un amplio séquito de extranjeros, sus reiterados intentos, a veces conseguidos, de
corromper a representantes de ciudades castellanas en las Cortes para que le
concedieran las ayudas económicas necesarias para conseguir sus sueños imperialistas,
el fortalecimiento del poder de la alta nobleza, fueron los principales
detonantes que hicieron saltar la rebelión.
Las ciudades se alzaban
en comunidad (de ahí el nombre de guerra de las Comunidades).
Alzarse
en comunidad significa derrocar de sus cargos a los personajes puestos
por el rey y elegir otros nuevos entre
los ciudadanos. Está norma se aplicó no solo a los dirigentes civiles sino
también a los jefes militares.
Al movimiento comunero
se le considera como el primer alzamiento popular de los tiempos modernos que reivindicaba la
conquista de las libertades y permiten definirlo como preferentemente-aunque no
exclusivamente- urbano y castellano.
Cuando las fuerzas comuneras que contaron en todo momento
con un enorme apoyo de todas las poblaciones, se decidieron a dar la batalla de
Villalar, la suerte estaba echada: la alianza de las tropas del emperador y la
de la mayoría de la nobleza feudal, fueron los factores que a pesar de la
heroicidad de los sublevados, determinaron la derrota el 23 de Abril de 1521.
CASTILLA, CANTO DE ESPERANZA
1521
y en Abril para más señas,
a quienes justicia pidieran.
¡Malditos sean aquellos
que firmaron la sentencia!
¡Malditos todos aquellos
los que ajusticiar quisieran
al que luchó por el pueblo
y perdió tan justa guerra!
Desde entonces, ya Castilla
no se ha vuelto a levantar
¡ay, ay!
no se ha vuelto a levantar
o de regente falaz,
¡ay, ay!
o de regente falaz,
siempre añorando una junta
o esperando un capitán
¡ay, ay!
o esperando un capitán.
Quién sabe si las cigüeñas
han de volver por San Blas,
si las heladas de Marzo
los brotes se han de llevar,
si las llamas comuneras
otra vez repicarán:
cuanto más vieja la yesca,
más fácil se prenderá,
cuanto más vieja la yesca
y más duro el pedernal:
si los pinares ardieron,
¡aún nos queda el encinar!
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