martes, 24 de enero de 2023

"Quien canta sus males espanta"

 


El idioma castellano es uno de los más ricos en refranes populares, la mayoría de ellos carecen de origen conocido pero son dichos que se han quedado con el paso del tiempo en la memoria colectiva del pueblo. Uno de ellos es al que nos referimos: “Quien canta sus males espanta”, que viene a significar que para aliviar los quebraderos de cabeza  y las penas, mejor estar ocioso y distraerse.

Pero en la actualidad ¿se canta para dejar los males atrás? ¿O en realidad es que no se canta casi nada en comparación con lo que se cantaba hace años?

Frecuente era oír a los obreros entonar alguna cancioncilla mientras hacían sus trabajos, o escuchar la voz melodiosa que salía por las ventanas de las casas haciendo las tareas domésticas. Y ya no digamos en el entorno rural, cada labor, oficio y época del año tenían sus músicas cantadas por el labrador o ganadero mientras hacían las faenas cotidianas.

 

Hoy en día poco se oye el canto en bares y tabernas, en las calles, incluso hasta en las casas parece que solo se escuchan las “playlist del spotify”. Las voces de los cantos de oficio, de las rondas, de los cantos de amigos a capela han dejado de sonar. ¿Será que no necesitamos el canto para manifestar nuestras inquietudes y vivencias particulares? Escuchamos mucha música si, sobre todo gracias a las nuevas tecnologías, pero cantar cantamos poco.

 

Hemos encontrado unos párrafos de un texto de Flora Thompson de la"Trilogía de Candleford" que hace alusión a lo anteriormente citado y dice asi:

"La mayoría de los hombres cantaban o silbaban mientras cavaban y sachaban. En aquellos tiempos era frecuente cantar al aire libre. Los trabajadores cantaban durante su faena; los carreteros cantaban por los caminos con la única compañía de sus caballos; el panadero, el molinero y el pescadero ambulante cantaban mientras repartían su mercancía de puerta en puerta; incluso el médico y el párroco musitaban alguna tonadilla entre dientes durante sus rondas de visitas. La gente era más pobre entonces y carecía de las comodidades, las diversiones y los conocimientos que tenemos hoy día; y a pesar de todo, eran más felices. Lo que parece sugerir que la felicidad depende en mayor medida del estado de la mente —y quizás del cuerpo— que de las circunstancias y eventos que nos rodean."



 


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