martes, 12 de diciembre de 2017

Navidades y belenes





Se acerca la Navidad y con ella todo lo que conlleva de celebraciones, fiestas, villancicos, regalos etc. Para los cristianos son fechas en las que se conmemora el nacimiento de Jesucristo, pero ¿fue siempre así?

Podemos afirmar que el origen de la Navidad se fundamenta en costumbres paganas, ya que en torno al 21 de diciembre fecha del ciclo de invierno (cuando la duración del día se impone sobre la noche) se celebraban desde antiguamente y por diversos pueblos, muchos ritos ancestrales, principalmente de adoración al sol y en especial en la antigua Persia y más tarde en el imperio romano. Hasta el propio San Agustín hace referencia en sus textos a este origen pagano y manda a los cristianos “no celebrar el día solemne adorando al sol como los idolatras, sino al creador de todo el firmamento, es decir a Cristo”.

Los textos evangélicos no aportan información alguna sobre la fecha del nacimiento de Jesús y así desde los primeros años del cristianismo se propusieron diversos días del calendario para la venida del Mesías, siendo el Papa Liberio en el año 354 el que fijo la fiesta el 25 de diciembre, fecha muy cercana al comienzo del invierno y por tanto días caracterizados por la existencia de ritos arcaicos en torno a la naturaleza.

La primera celebración navideña en la que se montó un belén para la conmemoración del nacimiento de Jesucristo tuvo lugar en la Nochebuena de 1223, cuando San Francisco de Asís decidió reproducir la tradición cristiana en una cueva próxima a la ermita de Greccio, en la que había instalado un pesebre con una imagen en piedra del Niño Jesús y un buey y un asno vivos.

En España, el belén aparece muy tímidamente cuando los monjes franciscanos empiezan a montarlos en el siglo XV y se le llama por diversos nombres: nacimiento, portal, pesebre, misterio etc. En el siglo XVIII, Carlos III, continuando la tradición italiana de montar un belén en Palacio durante la Navidad, encargó una serie de esculturas para completar las figuras que trajo desde Nápoles. Es el llamado “Belén del Príncipe”.

Y los nobles y la corte siguiendo el ejemplo del monarca, comenzaron a mandar elaborar belenes para exponerlos en sus palacios, consiguiendo más tarde popularizarse entre el pueblo llano, y así a pesar de proceder de una tradición italiana, se instala entre nosotros con unas particularidades en los personajes y en las figuras propiamente españolas. Es el caso del “cagón” o “caganer”  de origen catalán, que inclinado haciendo sus necesidades, es representado a veces con el rostro de personajes famosos. Pero a pesar de lo escatológico del asunto y lejos de ser ofensivo o grosero, según la tradición y cultura, el caganer está devolviendo a la tierra lo que de ella procede, abonando la tierra del pesebre y haciéndola fecunda para el año siguiente. Por ello es considerado símbolo de salud y prosperidad y, en definitiva, de felicidad para la Navidad.




En fin, aunque Papa Noel y el abeto han logrado abrirse camino en nuestras costumbres, el nacimiento o belén sigue  siendo uno de los elementos indispensables de la decoración navideña en la mayoría de hogares españoles.









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