Antiguamente el alumbrado público de una ciudad o
municipio era a base de faroles alimentados con aceite o petróleo. Este sistema
ocasionaba innumerables problemas, ya que
además de la escasa potencia lumínica que tenía, ofrecía una luz en
constante movimiento que se apagaba con el viento y que cada poco había que
rellenar los depósitos del combustible y encender cada farol a mano.
En 1792, William Murdoch, un ingeniero e inventor
británico, utilizó el gas y cambió toda la forma de vida en el mundo civilizado.
Comenzó
a experimentar con diferentes tipos de gas natural y determinó que el gas
producido a partir del carbón era el mejor combustible.
El 24 de junio de 1826 se encendía en España la primera
lámpara de gas. El primer testigo de la “nueva luz” fue el
laboratorio de la Escuela Química de la Junta de Comercio de Barcelona. El 2 de
marzo de 1832 con motivo del nacimiento de la infanta Luisa Fernanda, hija
de Fernando VII, las calles y plazas más céntricas de Madrid se iluminaron con
faroles alimentados con gas.
El gas permitió dejar atrás un país en el que imperaba
la oscuridad durante la noche y benefició a la industria, al comercio y al
ocio, pero también a los ciudadanos de a pie, porque ayudó a reducir la
sensación de inseguridad que reinaba en las calles mal iluminadas por la noche.
El
farolero era la persona encargada de encender los faroles de una población y
mantenerlos en buen estado.
En el verano de 1881 el rey Alfonso XII visita Comillas
(Cantabria), invitado por el marqués de dicha villa y preside un consejo de
ministros. Este para magnificar el engalanado de las calles manda colocar unas
treinta farolas eléctricas en la calle que llegaba a su palacio y en la fachada de este.
De esta manera Comillas puede decir que es la primera ciudad en contar con
alumbrado eléctrico, aunque solo fuese por un día.
En mayo de 1890 el ayuntamiento de Jerez de la Frontera,
coloca
el alumbrado eléctrico en varias calles de su centro histórico, poniendo un
total de 22 farolas, que se acaban de instalar en julio de ese mismo año. Se
convierte así en la primera ciudad de España en contar con alumbrado
eléctrico público.
Casi a la vez en Haro (la Rioja), se decide iluminar la
ciudad con farolas eléctricas, y en septiembre de ese mismo año-1890- se acaban
los trabajos de iluminación de las 62 calles de la ciudad, siendo el primer
municipio en alumbrar con luz eléctrica todas las calles de su casco urbano.
En Palencia no hubo alumbrado público de gas, se pasó
directamente del aceite y del petróleo a la iluminación eléctrica y en abril de
1891 funcionaban ya 278 lámparas, siendo una de las primeras ciudades españolas
dotada con alumbrado público eléctrico.
En España, durante algún tiempo convivieron el
alumbrado público de gas y el eléctrico, pero finalmente se impuso este último.
La última farola de gas en Barcelona se apagó en 1967 y en Madrid en 1972.
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