Si
hablamos del instrumento de viento que caracteriza a la música tradicional en Castilla y León,
indudablemente tenemos que referirnos a la
dulzaina. Pero en ciertas zonas de
la región, la flauta de tres agujeros o
la gaita de fole o de saco han sido los instrumentos preferidos para tocar por los músicos en los
bailes, los cuales constituían la manifestación colectiva más importante que
tenían los lugareños para divertirse y
entablar relaciones.
En
ciertas comarcas estos instrumentos de viento tuvieron poca o nula presencia, es el
caso del Norte de las provincias de León, Palencia y Burgos. Los pueblos y
pequeñas localidades norteñas de Castilla y León, tenían dificultades para
contar con músicos profesionales para el baile, principalmente por carecer de
recursos económicos para su contratación y por el aislamiento natural en que se encontraban dichas localidades
debido a su situación geográfica. Así que los vecinos y vecinas
tuvieron que buscarse sus propios
recursos musicales para poder amenizar el baile.
La
pandereta
fue sin duda la reina de estos bailes, casi siempre ligada a la mujer, aunque
en algún caso aislado era tocada por el hombre. Con el nombre de "tocadoras o pandereteras" se conoce a las intérpretes
de dicho instrumento de percusión, muchas de ellas ya desaparecidas y herederas
de una larga tradición que pasaba de abuela a nieta o de vecina a vecina.
En
la zona Norte de Palencia y en las comarcas cántabras de Campoo y Liébana, la
pandereta era acompañada por el tambor o caja. Esta combinación instrumental
era ejecutada por la mujer a la pandereta y el hombre el redoblante del
tamboril. Generalmente en el baile se interpretaban ritmos de baile "a lo
ligero", también llamado baile "a lo alto" o "a lo agudo", que según muchos
autores originaria su denominación en los siglos XV y XVI y consistía en
ejecutar la danza saltando y brincando, es decir, levantando los pies del
suelo. En contraposición a estos ritmos estaban los llamados bailes "a lo
pesao", "a lo bajo" o "a lo llano", bailes que se
realizaban deslizándose suavemente o sea sin levantar los pies del terreno.
Así pues, estas mujeres además de ejercer como
madres y esposas y hacer los trabajos de la casa y del campo, sacaron tiempo y
se esforzaron en deleitar a sus vecinos con la pandereta, para que pudieran
disfrutar de las sesiones de baile en el pueblo.
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