jueves, 1 de septiembre de 2016

Los Gigantones madre




Las fiestas de San Antolín en Palencia, cuentan en sus pasacalles  con varias figuras emblemáticas para los chiguitos y personal en general. Son los Gigantes y Cabezudos que a ritmo de dulzaina y tamboril  bailan y animan las mañanas de las ferias. Cada día de fiestas después del cohetón sale del Ayuntamiento seguido de multitud de niños y mayores   la comitiva que integran los gigantes (el rey, la reina, el palentino y la palentina) y sus cabezudos, bailando al son como hace más de 20 años, de los Dulzaineros de Campos. Anteriormente acompañaron con su música a estos gigantes y cabezudos Darío Torres y Artemio Antolín o los hermanos Ángel y Constancio Villota más conocidos como “Los Melgos”

La incorporación a los programas de festejos de estas figuras, tanto en Palencia como en otras ciudades, parece que es tardía y sus antecedentes más cercanos en el tiempo hay que buscarlos en representaciones simbólico-religiosas asociadas a procesiones como la del Corpus Christi.
La aparición de los gigantes en las procesiones de Corpus Christi ya está documentada desde el siglo XIV. Estas figuras y sus bailes se extendieron por toda España a partir de los siglos siguientes, especialmente a partir del siglo XVI. El esplendor de estas celebraciones procesionales lleva consigo un desarrollo importante de estas figuras simbólicas, que son ataviadas de acuerdo con la moda imperante durante los siglos XVI y XVII.


 Son muchos los ejemplos de bailes de gigantes, ligados a la festividad del Corpus, que aparecen en Castilla y León, especialmente en las capitales de provincia, aunque también en pueblos con cierta importancia. Carlos III juzga irrespetuosa su aparición en actos religiosos y decide suprimirlas por  real Orden de 10 de Julio de 1780. Con el transcurrir de los años estos gigantes casi desaparecen, pero con el triunfo español sobre las tropas napoleónicas encontraron un motivo  de alborozo callejero y rechazo público al francés invasor y volvieron a salir en numerosas ciudades en las fiestas del patrón, visitas reales y otras solemnidades de carácter civil. A partir de la segunda mitad del siglo XIX se suelen representar parejas de aldeanos ataviados a la antigua usanza. Es el caso del palentino y la palentina o el más que conocido de Los Gigantillos de Burgos, pareja de aldeanos en tono burlesco, de finales del XIX. También fue común representar, con los gigantes, los distintos continentes conocidos.

Bailes propios de gigantes aparecen en el repertorio de muchos cancioneros castellano-leoneses. Entre ellos, Guzmán Ricis, el maestro palentino, recogió el siguiente:
Los gigantones madre,
el día del Señor
como son tan grandones
tocan el zarambombón.



La  letra hace referencia al zarambombón, que es la denominación popular que se ha dado a una de las campanas de la catedral de Palencia.



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