En
1854, una epidemia de cólera azotó el norte de Castilla, diezmando campos y
aldeas, y como consecuencia despoblando tierras que precisaban del necesario
laboreo para las cosechas. En
Febrero de 1856, se daba término a la Guerra de Crimea, lo que provocó la caída
del precio del trigo que había subido gracias a la necesidad de aprovisionar a
los ejércitos y países contendientes.
La
cosecha del año 1856 fue muy mala, lo que hizo subir los precios de los
alimentos y en especial el del pan. Como consecuencia se produjo un
enriquecimiento de comerciantes y especuladores, aumentando el número de mendigos
y reproduciéndose la epidemia del cólera.
La
primera zona en revelarse por estas injusticias fue Benavente, pero el motín
más significativo fue el sucedido en Valladolid, el 22 de junio de 1856, donde
el ayuntamiento, conocedor del descontento existente en la población, bajó los
precios del pan para así calmar los ánimos de los mismos. Pero esa mañana lo
que se puso en venta, no fue suficiente para cubrir la demanda, y al no poder
cubrir todos los pedidos , las panaderas aprovecharon para encarecer el pan, lo
que ocasiono la riña entre una de las vendedoras y una clienta conocida como
“La Madrileña”. La situación de éstas acabó en tumulto, iniciando una protesta
que movió alrededor de doscientas mujeres que pedían la bajada de precios en
los alimentos básicos y la anulación de las aduanas a la entrada de la ciudad,
para así terminar con las tasas que se pedían a las mercancías y por las cuales
encarecían los productos, para llevar sus quejas ante las autoridades locales,
se dirigieron a las Casas Consistoriales. El grupo a medida que avanzaba fue
aumentado en número y la situación acabó en motín, y la muchedumbre tiro al
gobernador civil al canal de Castilla, una vez apedreado y herido con arma
blanca. Pero los disturbios se propagaron a ciudades como Palencia, Medina de
Ríoseco, Burgos, Benavente y Salamanca.
La
necesidad de atender el levantamiento de Valladolid, impidió que las
autoridades palentinas contasen con el suficiente apoyo de tropas tras declarar
el estado de sitio, ya que el 23 de junio se quemaron varias fábricas de
harina, entre ellas la más importante llamada de “Las Once Paradas” al otro
lado del rio en la capital palentina.
La
revuelta conocida como “El motín del
pan” acabo con el garrote vil o el fusilamiento (según se tratase de mujeres u
hombres respectivamente) de doce personas en Palencia, entre ellas Dorotea
Santos, que se había erigido en una de las principales incitadoras del motín.
Se quemaron
9 fábricas de harina : tres en Valladolid, tres en Medina de Rioseco y otras
tres en Palencia. Hay que tener en cuenta que la industria harinera de Castilla
y León, contaba con 60 fábricas, representando el 35 % de todas las de España.
En
total parece que 21 personas fueron ejecutadas en Castilla y León . Otras 61 murieron en las cárceles. Pero se sabe que hubo muchos más porque sus
muertes ni siquiera se inscribían en los registros eclesiásticos.
Estos
sucesos cayeron en el olvido de los historiadores, y en ciudades como
Valladolid o Palencia, no hay una triste placa que recuerde a tantos
ajusticiados que sólo reclamaban el derecho al pan diario.
Fuentes: -Palencia,aprendiz de capital de Rafael del Valle Curieses
-Los hermanos de Rebeca de Javier Moreno Lázaro
-Internet
Gracias Tradicionarius, por esta publicación, que nos ayuda a conocer la historia de nuestra ciudad, y sobre todo a desmentir el falso mito de q las gentes de Castilla somos resignadas ante las injusticias de la clase dominante. Necesitamos muchas Doroteas Santos.
ResponderEliminarGracias Tradicionarius por esta publicacion, que nos acerca la historia del pueblo Castellano y que no es resaltado por que no interesa a la casta dominante que se repita. Desmiente ademas el falso mito de que el pueblo Castellano es un pueblo resignado y que baja la cabeza ante las injusticias. Necesitamos muchas Doroteas Santos.
ResponderEliminarPerdona por no haber contestado a tu comentario antes, tienes toda la razón,siempre han querido vender la idea del castellano conformista y poco luchador, pero para demostrar lo contrario no hay más que ir a los hechos y ver a mucha gente que lucha y se compromete en esta tierra nuestra con los demás.Una forma es esta, no olvidando nuestra cultura, nuestras costumbres y tradiciones.
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