En España, en Semana Santa las procesiones abundan por las
calles, pero hay una que es completamente distinta y especial , se trata “del
entierro de Genarín” una fiesta pagana,
que tiene lugar en la ciudad de León en la noche del Jueves Santo y recorre el
Barrio Húmedo y el casco antiguo de la ciudad.
Genaro Blanco, más conocido como Genarín, era un pellejero,
aficionado a la buena vida, y en especial al
vino, al orujo y al puterío; en otras palabras, que era un borrachín al
que gustaba empinar el codo más de la cuenta. Vestía con suma sencillez, a la vieja
usanza de los arrieros y los tratantes de ganado, calzón de pana, negro blusón
de dril abotonado hasta el cuello, alpargatas de orillo y gorra visera. Y, al
brazo, el mugriento aro de alambre donde colgaba los pellejos de conejo que iba
comprando al cabo del día. Fue un hombre muy conocido en los ambientes
más bohemios del León de principios del siglo XX.
Según recoge el Diario de León en su edición del 30 de marzo
de 1929, Viernes Santo, durante la madrugada anterior, del Jueves al Viernes
Santo, mientras Genaro realizaba sus necesidades perentorias (meando lo que le
sobraba) en la base del tercer cubo de la muralla de León, a la altura de la
calle de Las Carreras, fue atropellado por el primer camión de basura que hubo
en la ciudad.
Tras su muerte, un grupo de cuatro personas (los llamados
Evangelistas) decidió que esa figura tan singular no podía perderse en el limbo
del olvido. Los nombres de estas personas forman ya parte de la historia:
Nicolás Pérez "Porreto" (Árbitro de fútbol), Eulogio "el
gafas" (Taxista de profesión, coplero de devoción), Luis Rico (Hombre de
buena familia que dilapidó su fortuna en juergas con sus amigos) y Francisco
Pérez Herrero (Poeta). En la noche de Jueves Santo de 1930 estos hombres se
reúnen en la Plaza del Grano donde recorren las calles que el bueno de Genarín
solía transitar, visitando las tascas y burdeles que éste frecuentaba.
Actualmente el entierro de Genarín,( la procesión
ruidosa, bufa y borracha por antonomasia),comienza recordando la tradición y
bendiciendo con orujo a los nuevos cofrades. Luego la comitiva inicia el
recorrido por las calles que, según la tradición, frecuentaba el pellejero. Un
tonel de madera adornado con flores y velas marca el paso, a la vez que se
corean consignas como: "Genarín, valiente, queremos aguardiente",
"Hombre pequeño de gran pitilín, San Genarín", "Genaro, si
t'estrujo, saco buen orujo", etc...
El recorrido continúa hasta llegar al punto exacto donde
feneció. Allí el hermano colgador de la cofradía de Genarín trepa la vieja
muralla de León y hace la ofrenda: laurel, queso, una hogaza de pan, naranjas,
una botella de orujo, y los siguientes versos:
“Y
antes de ser declamadas para gloria de este mundo,
siguiéndote
en tus costumbres, pues nunca ganasteis lujos,
bebamos
a tu memoria una copina de orujo,
que fue
lo que más chupaste antes de ser difunto.”
La procesión sigue hasta la Plaza del Grano, donde se da por
finalizada, siendo todo un espectáculo ver las borracheras de muchos de sus
seguidores que han ido todo el trayecto "dándole" al orujo.
En Junio de 1.986, murió el último evangelista, pero aun se
conserva esta tradición, prohibida por el Gobernador Civil desde 1.957 y
recuperada de nuevo a finales de los años 70.
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