martes, 26 de marzo de 2013

El entierro de Genarín





En España, en Semana Santa las procesiones abundan por las calles, pero hay una que es completamente distinta y especial , se trata “del entierro de Genarín”  una fiesta pagana, que tiene lugar en la ciudad de León en la noche del Jueves Santo y recorre el Barrio Húmedo y el casco antiguo de la ciudad.

Genaro Blanco, más conocido como Genarín, era un pellejero, aficionado a la buena vida, y en especial al  vino, al orujo y al puterío; en otras palabras, que era un borrachín al que gustaba empinar el codo más de la cuenta. Vestía con suma sencillez, a la vieja usanza de los arrieros y los tratantes de ganado, calzón de pana, negro blusón de dril abotonado hasta el cuello, alpargatas de orillo y gorra visera. Y, al brazo, el mugriento aro de alambre donde colgaba los pellejos de conejo que iba comprando al cabo del día. Fue un hombre muy conocido en los ambientes más bohemios del León de principios del siglo XX.

Según recoge el Diario de León en su edición del 30 de marzo de 1929, Viernes Santo, durante la madrugada anterior, del Jueves al Viernes Santo, mientras Genaro realizaba sus necesidades perentorias (meando lo que le sobraba) en la base del tercer cubo de la muralla de León, a la altura de la calle de Las Carreras, fue atropellado por el primer camión de basura que hubo en la ciudad.

Tras su muerte, un grupo de cuatro personas (los llamados Evangelistas) decidió que esa figura tan singular no podía perderse en el limbo del olvido. Los nombres de estas personas forman ya parte de la historia: Nicolás Pérez "Porreto" (Árbitro de fútbol), Eulogio "el gafas" (Taxista de profesión, coplero de devoción), Luis Rico (Hombre de buena familia que dilapidó su fortuna en juergas con sus amigos) y Francisco Pérez Herrero (Poeta). En la noche de Jueves Santo de 1930 estos hombres se reúnen en la Plaza del Grano donde recorren las calles que el bueno de Genarín solía transitar, visitando las tascas y burdeles que éste frecuentaba.

 Actualmente  el entierro de Genarín,( la procesión ruidosa, bufa y borracha por antonomasia),comienza recordando la tradición y bendiciendo con orujo a los nuevos cofrades. Luego la comitiva inicia el recorrido por las calles que, según la tradición, frecuentaba el pellejero. Un tonel de madera adornado con flores y velas marca el paso, a la vez que se corean consignas como: "Genarín, valiente, queremos aguardiente", "Hombre pequeño de gran pitilín, San Genarín", "Genaro, si t'estrujo, saco buen orujo", etc...
El recorrido continúa hasta llegar al punto exacto donde feneció. Allí el hermano colgador de la cofradía de Genarín trepa la vieja muralla de León y hace la ofrenda: laurel, queso, una hogaza de pan, naranjas, una botella de orujo, y los siguientes versos:

“Y antes de ser declamadas para gloria de este mundo,
siguiéndote en tus costumbres, pues nunca ganasteis lujos,
bebamos a tu memoria una copina de orujo,
que fue lo que más chupaste antes de ser difunto.”

La procesión sigue hasta la Plaza del Grano, donde se da por finalizada, siendo todo un espectáculo ver las borracheras de muchos de sus seguidores que han ido todo el trayecto "dándole" al orujo.
En Junio de 1.986, murió el último evangelista, pero aun se conserva esta tradición, prohibida por el Gobernador Civil desde 1.957 y recuperada de nuevo a finales de los años 70.







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