Los reyes astures después de la batalla de Covadonga, se
proponen como principal objetivo reconquistar las tierras en manos de los
musulmanes, por considerarse sucesores del extinguido reino hispano-visigodo.
Para ello concibieron en dotar a esta empresa como una cruzada contra los
infieles en la que interviniera el apoyo divino como elemento motivador.
Por aquella época, la tradición decía que el apóstol
Santiago había predicado en Hispania y se inventaron la historia de que su cuerpo fue trasladado de Palestina a
Finisterre en una barca empujada por ángeles. Luego fue recogido por sus
discípulos en una carreta de bueyes y trasladado hacia Compostela. En el año 813
el Obispo Teodomiro identifico un sepulcro tardo romano del siglo V como la
tumba del apóstol Santiago el Mayor....
La historia se propago de manera oportuna y fue
recogida en “La leyenda dorada”, una
colección de vidas y milagros de los santos redactada por el dominico italiano
Jacopo della Voragine en 1260 y así se ha mantenido hasta nuestros días, aunque
varias veces se ha puesto en tela de juicio tanto por el Papa en el siglo XVII
como por varios historiadores y eruditos.
Por tanto no nos debe de sorprender que en la Reconquista
el apóstol Santiago apareciese físicamente en forma de reliquias (todas las
iglesias tenían algo del santo) sino que también se materializase de caballero
combatiendo junto a los soldados cristianos en la batalla de Clavijo en el año
844.
Según cuenta la leyenda el Rey Ramiro I de Asturias cuando
dormía, soñó que se le aparecía el Apóstol Santiago, quien le aconsejó
emprender la contienda al día siguiente. El Rey así lo hizo frente al ejército
de Adderraman II y cuando las tropas cristianas perdían terreno, se le apareció
el Apóstol Santiago montado en un caballo blanco, luchando a brazo partido y
causando muchas bajas entre los moros. Según cuenta la leyenda, 70.000 moros
quedaron tendidos en el campo de batalla.
En agradecimiento, el Rey Ramiro I promete al Apóstol
Santiago (se le conoce como Diploma de Don Ramiro o Voto de Santiago), entregar
obligatoriamente por parte de todos los campesinos, los primeros frutos de las
cosechas y de la vendimia a la catedral de Santiago de Compostela. El
supuesto documento donde se recoge este privilegio es considerado falso por
muchos historiadores. Afirman que fue falsificado por Pedro Marcio, canónigo
compostelano, en el siglo XII. También es muy cuestionada la existencia de la
batalla de Clavijo.
La percepción del Voto de Santiago constituyó, a fines de
la Edad Media y a lo largo de toda la Edad Moderna, la base económica de las
instituciones jacobeas -arzobispo, cabildo, capilla de música de la catedral y
Hospital Real de Santiago-, lo que les reportó una extraordinaria riqueza, muy
superior a la de otras iglesias semejantes.
La percepción de la renta, lo mismo que su reparto entre
las instituciones, fue desigual a lo largo de la historia, pero supuso una
importantísima fuente de ingresos para la Iglesia compostelana y para el
fomento del culto al Apóstol y la peregrinación a su santuario, al tiempo que
fue responsable de parte de la pérdida de prestigio de la Iglesia compostelana
desde el siglo XVI. A partir de ese siglo la resistencia al pago empezó a tener
cada vez más partidarios, aunque la primera vez que se abolió fue en 1812. Poco
después Fernando VII lo restituyó, fue revocado en el trienio liberal, repuesto
de nuevo por el monarca y abolido definitivamente en 1834.
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