Leyenda es un término que aunque usado en épocas anteriores, no queda reflejado en su sentido actual hasta el siglo XIX: Una narración tradicional que no se ajusta a la verdad histórica.
Los reptiles y en especial cocodrilos y caimanes, han sido fuente de inspiración de muchas leyendas sobre todo relacionados con iglesias, ermitas, santos y vírgenes.
Pellejo del caimán |
En Medina de Rioseco se haya la Iglesia de Santa María de Mediavilla de construcción gótico tardío y en la cual se encuentra un objeto que sorprende a los visitantes y que aparentemente no tiene nada que ver con el lugar sagrado: “Un viejo pellejo de caimán colgado de un cancel de madera”.
La leyenda cuenta que mientras se construía el templo haya por el siglo XV, los obreros veían como su obra no avanzaba, ya que era destruía a diario, no encontrando al responsable de tales destrozos. Posteriormente se descubrió que el culpable era un monstruoso cocodrilo al que nadie se atrevía a hacerle frente. Ante esta situación acordaron indultar al preso que consiguiera dar muerte a la fiera. Y así un reo que estaba condenado a muerte, se disfrazó con un traje de espejos, el animal al verse reflejado quedo atónito, momento que aprovechó el preso para propinarle un certero lanzazo para acabar con su vida.
Otra versión de la leyenda dice que el cocodrilo habitaba en el rio Sequillo y que causaba grandes estragos en personas y en el ganado de la zona.
La realidad del cocodrilo de Medina de Rioseco es que fue un caimán traído de las américas, enviado junto con varias piezas de plata y carey por D. Manuel Millán, riosecano que llegó a ser alcalde de Puebla en México a mediados del siglo XVIII y cuya figura aparece junto a la de un sobrino en un cuadro que hay junto al órgano de la misma iglesia de Santa María.
Desde 2011 en mitad de la calle principal de Medina de
Rioseco, nos encontramos en la fachada de una casa una réplica de más de tres metros del famoso
“Cocodrilo del Sequillo”, convirtiéndose el animal en símbolo de la ciudad y
objeto de suvenires, y así aparece en caramelos, camisetas, dedales etc.
"El cocodrilo del Sequillo" |
En otros puntos de España existen leyendas parecidas con cocodrilos, caimanes y lagartos expuestos en iglesias y lugares de culto. Así por ejemplo en Berlanga de Duero en la provincia de Soria, hallamos en su colegiata y colgado de un muro un cocodrilo disecado, que fue traído por Fray Tomás de Berlanga desde las Islas Galápagos descubiertas por él. En la ermita de Sonsoles en Ávila hay una urna con un caimán disecado procedente de la selva amazónica. Otro celebre cocodrilo es el que se encuentra en la catedral de Sevilla, al parecer regalo del sultán de Egipto al rey Alfonso X halla por el año 1260. Del caimán que cuelga en una de las columnas de la iglesia parroquial de Santiago de la Puebla (Salamanca) se cuenta que engulló a una niña que jugaba junto al río Margañán y que los vecinos, tras decapitarlo, la rescataron viva. Y por último citamos el caimán de la Iglesia del Patriarca de Valencia, regalo del virrey del Perú, expuesto en dicha iglesia y cuya leyenda es idéntica a la de Rioseco: “Un joven, armado con su astucia, se enfrentó al monstruo con una lanza y un traje realizado de espejos”.
Y hay bastantes más ejemplos de estos saurios en los
interiores de los templos, todos ellos con sus correspondientes leyendas,
(muchas de ellas parecidas o similares) creadas por la imaginación popular y
que han llegado en diferentes versiones hasta nuestros días. En
realidad, estas pieles «pertenecen a caimanes americanos que los conquistadores
enviaban a sus pueblos de origen como curiosidad», explica Juan Eslava Galán.
«Algunas acabaron colgadas en las iglesias para representar simbólicamente el
silencio con el que se debe conducir el creyente en el templo» ya que se creía
que el cocodrilo era el único animal que no estaba dotado de sonido
característico alguno, añade el historiador.
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