sábado, 6 de diciembre de 2014

Al amor de la lumbre


Trébede




























Ahora que llegan los fríos, como apetece estar sentado cerca de una buena lumbre, contemplando como arde la leña o como saltan chispas del fuego.
Esta lumbre antiguamente estaba situada en el eje del hogar: “la cocina”.
La cocina era el centro de la casa ya que en ella además de hacerse las comidas, era el único sitio que se disponía de calor continuo, por eso era el lugar donde se hacía la vida.
En la cocina estaba la hornacha o lumbre baja, atizada con leña, sobre la cual se asentaba la trébede. La trébede era un espacio o poyata grande, construida sobre la hornacha que calentaba la cocina y servía para sentarse y hasta tumbarse al calor. También se denomina trébede a la parrilla de hierro redonda con tres patas que se usa para poner sobre ella los pucheros y guisar en la boca de la hornacha. Más tarde vinieron las cocinas económicas también conocidas como bilbaínas alimentadas por leña y carbón.

Cocina bilbaina


Mención aparte merece destacarse La gloria, un sistema de calefacción que, consta de tres partes fundamentales: el hogar o boca por donde se introduce y “enroja” la paja, tamuja o sarmientos que sirven de lento combustible (se sitúa generalmente en la cocina o en el pasillo que comunica la vivienda con el corral); una serie de galerías que recorren, bajo el suelo de la casa, las principales dependencias; y una chimenea o humero empotrada en el muro, por donde sale el humo.

Calentador
Para calentar las demás estancias de las casas, sobre todo las habitaciones, se utilizaban utensilios que transportaban el foco calórico a dichos puntos. Por ejemplo los calentadores de latón, formados por un recipiente donde se colocaban las brasas de la lumbre y un largo mango de madera, que eran pasados por las sábanas de la cama.

Destinados a calentar la habitación o la sala en general estaban los braseros y calderetas.

Volviendo a la cocina, en ella se disponía gran cantidad de útiles y herramientas relacionados con la lumbre: Fuelle, badil, gancho, paletón, tenazas……
Y en la cocina al amor de la lumbre, tenían lugar las reuniones nocturnas después de la cena. En animada velada con la familia y los vecinos, se cantaban romances y coplas, se contaban cuentos que pasaban de padres a hijos y se hacía un repaso de todos los acontecimientos de la comarca. Mientras en el exterior, el frio y los primeros copos de nieve, anunciaban un duro invierno.

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