El idioma castellano es uno de los más ricos en refranes
populares, la mayoría de ellos carecen de origen conocido pero son dichos que
se han quedado con el paso del tiempo en la memoria colectiva del pueblo. Uno
de ellos es al que nos referimos: “Quien canta sus males espanta”, que viene a
significar que para aliviar los quebraderos de cabeza y las penas, mejor estar ocioso y distraerse.
Pero en la actualidad ¿se canta para dejar los males
atrás? ¿O en realidad es que no se canta casi nada en comparación con lo que se
cantaba hace años?
Frecuente
era oír a los obreros entonar alguna cancioncilla mientras hacían sus trabajos,
o escuchar la voz melodiosa que salía por las ventanas de las casas haciendo
las tareas domésticas. Y ya no digamos en el entorno rural, cada labor, oficio
y época del año tenían sus músicas cantadas por el labrador o ganadero mientras
hacían las
Hoy
en día poco se oye el canto en bares y tabernas, en las calles, incluso hasta
en las casas parece que solo se escuchan las “playlist del spotify”. Las voces
de los cantos de oficio, de las rondas, de los cantos de amigos a capela han
dejado de sonar. ¿Será que no necesitamos el canto para manifestar nuestras
inquietudes y vivencias particulares? Escuchamos mucha música si, sobre todo
gracias a las nuevas tecnologías, pero cantar cantamos poco.
Hemos
encontrado unos párrafos de un texto de Flora Thompson de la"Trilogía de
Candleford" que hace alusión a lo anteriormente citado y dice asi:
"La mayoría de los hombres cantaban o
silbaban mientras cavaban y sachaban. En aquellos tiempos era frecuente cantar
al aire libre. Los trabajadores cantaban durante su faena; los carreteros
cantaban por los caminos con la única compañía de sus caballos; el panadero, el
molinero y el pescadero ambulante cantaban mientras repartían su mercancía de
puerta en puerta; incluso el médico y el párroco musitaban alguna tonadilla
entre dientes durante sus rondas de visitas. La gente era más pobre entonces y
carecía de las comodidades, las diversiones y los conocimientos que tenemos hoy
día; y a pesar de todo, eran más felices. Lo que parece sugerir que la felicidad
depende en mayor medida del estado de la mente —y quizás del cuerpo— que de las
circunstancias y eventos que nos rodean."