Palencia

Los hacejeros del Monte el Viejo

El Monte el Viejo constituye, el más importante patrimonio natural con que cuenta la capital palentina. Es una parte de los páramos denominados Montes Torozos en el margen derecho del río Carrión, a unos 7 kms al suroeste de la ciudad. Tiene una altitud media de 862 metros sobre el nivel del mar y se extiende a través de 1.435 ha. constituido por vegetación autóctona: encina carrasca y quejigos fundamentalmente, acompañados de algunos rodales de distintas especies de pinos fruto de recientes repoblaciones.

El Monte el Viejo fue vendido al concejo y al cabildo de la ciudad por Alfonso VIII en 1191, como una segregación del monte de Dueñas y con la condición de que los ciudadanos se aprovecharan de sus recursos.
 La ciudad de Palencia aprovechó los beneficios que ofrecía el monte, como su leña, sus pastos, su caza y el carbón que obtenía de la leña hasta el año 1953 que fue declarado monte de utilidad pública.


El uso tradicional prioritario fue el aprovechamiento de la madera, para lo cual se hicieron reglamentaciones afín de que las talas se llevaran a cabo de una forma racional y evitar que todo el monte sufriera una poda indiscriminada. Se dividió el monte en 18 partes llamadas rozas, cuyos nombres han variado a lo largo de los años, limitándose el corte en estas rozas a los meses que estaban fuera del periodo de floración.
Una de estas rozas era cedida para su explotación a los más pobres de la ciudad por medio de la Beneficencia .Eran elegidos en los periodos en que faltaba trabajo, con la condición de que la leña obtenida se bajase del monte “a costilla”, sin utilizar carruajes ni animales para su transporte.
Así que al hombro y con muchos kilos de peso, cargados con los haces de leña, los más necesitados llegaban a la ciudad dispuestos a venderla. Ha estos hombres se les denominó “Hacejeros”, palabra derivada de haz, que es la porción atada de leña. Al atajo que cogían para subir y bajar  al monte a por la leña se le llamo “camino de los hacejeros”. Este camino empieza en el pago de La Carbajala y termina en otro pago del monte llamado  Prado de Valderroblero. Estas entregas de leña se mantuvieron hasta la mitad del siglo XX, castigándose la picaresca de vecinos no necesitados que subían con animales de carga a recoger leña.

Como complemento al aprovechamiento de la leña, se practicaba el carboneo en “las camperas” que son espacios abiertos donde se procede a la combustión lenta de la leña, que dispuesta en una pira, se recubre de tierra, dejando unas pequeñas chimeneas para el tiro.
Se producía un carbón vegetal menudo, llamado cisco o picón, que se utilizaba para calentar las casas por medio de braseros y estufas.

En la actualidad “El Monte el Viejo”, es utilizado por los palentinos para disfrutar del espacio en sus ratos de ocio pues cuenta con piscina municipal, pistas deportivas, rutas de senderismo, una zona de mesas y barbacoas, un cercado con ciervos que ocupa 52 hectáreas y bares y restaurantes para reponer fuerzas.



EL FOTÓGRAFO DE LA CATEDRAL


La catedral de Palencia comenzó a construirse en 1321 y no se terminó hasta bien entrado el siglo XV, por eso resulta extraño encontrarse con la figura de un fotógrafo en esa época, pero todo tiene su explicación.
Las personas que observan por primera vez el exterior de la catedral, descubren que la novena gárgola de la girola es un fotógrafo sujetando entre sus manos una cámara de fuelle. La extraña figura está entre otras gárgolas más normales que representan esqueletos o leones alados y se encuentra frente al antiguo hospital de San Bernabé (hoy residencia para mayores). Pero, ¿cómo es posible que la estatua de un fotógrafo adorne el contorno de una catedral construida hace más de cinco siglos? Veamos:

-En Abril de 1911 se aprobaron las obras de restauración de la catedral, las cuales no terminaron hasta Mayo de 1917.Tales obras consistieron en la reparación de cubiertas y tejados, vidrieras, pináculos  y gárgolas, dirigidas por el arquitecto Jerónimo Arroyo.
Este arquitecto, que hizo muchos edificios en Palencia, tuvo la ocurrencia de dar un toque original,representando en una nueva gárgola a un fotógrafo colaborador suyo.
Sobre la identidad del fotógrafo hay poca documentación, algunos
dicen que el nombre era Luis Sanabria y otros que se trataba de Luis Rodríguez Alonso. Los dos fotografiaban el patrimonio artístico palentino dirigidos por Jerónimo Arroyo. El autor de la escultura fue el tallista  Mariano Otero.-




Así pues, desde principios del siglo XX, el fotógrafo con guardapolvos y cámara de fuelle comparte su espacio con las arpías, los leones alados, esqueletos y demás figuras frecuentemente utilizadas en gárgolas, pináculos y chapiteles de la catedral palentina.

TRISTE ROMANCE DE LAUDELINA
Los crímenes truculentos siempre han tenido una honda repercusión popular, en especial los de niños y jóvenes violentamente asesinados. Las creaciones literarias y en especial  los pliegos de cordel que vendían ciegos y vendedores ambulantes, están llenos de romances y coplas relativas a hechos de esta índole.

El que nos ocupa hoy es el llamado “Triste Romance” protagonizado por  la pobre Laudelina, que fue asesinada en la zona de Aguilar de Campoo el 17 de Mayo de 1958.


Laudelina Medrano Merino de 17 años de edad, trabajaba en la fábrica de galletas Fontibre, (hoy desaparecida) de Aguilar de Campoo con la categoría de aprendiza. Era natural del pueblo cercano de  Valoria de Aguilar. El sábado 17 de mayo, al terminar la jornada recibió el jornal, cuya cantidad ascendia  a 182,40 pesetas. Al dirigirse camino a su casa se encontró con Santiago Viñuelas Mañero, quien al parecer intentó forzarla, ella se defendió y el sacó una navaja y la corto la yugular. Cuentan también que  se llevó el dinero que tenía la joven y un crucifijo con una cadena. El asesino tras intentar huir a Francia fue detenido por la guardia civil en Tudela de Navarra.


El crimen creo un estado de inseguridad e indefensión entre todas las jóvenes de la provincia palentina y en especial de la zona Norte durante algún tiempo, y el romance que relata los hechos acaecidos, se extendió por todo el territorio nacional.






Fuentes:Cancionero de Palencia II de Joaquín Díaz
Internet

La coleta de Doña Urraca


Dña. Inés de Osorio y su sirvienta


En la catedral de Palencia hay un sepulcro con la estatua yacente de una mujer y una doncella a sus pies, peinada con una larga y gruesa trenza.
La señora es Inés de Osorio, dama de linaje, viuda sin familia,  rica, que hizo a la iglesia abundantes donaciones con cuya ayuda se hizo
 la mayor parte del crucero de la catedral. Falleció en 1492.
Encima de este sepulcro existe otro de madera dorada y pintada perteneciente a Dña. Urraca, hija de Alfonso VII, reina de Navarra por ser mujer  del rey García Ramírez, del que enviudo. Murió en Palencia en el año 1189.
Y aquí viene la leyenda:
“Hace años, las jóvenes casaderas venían a tirar de la coleta de Dña. Urraca porque decían que tirando de la trenza se casaban dentro del año”. Y es aquí donde existe la confusión: No es la coleta de Dña. Urraca, ni tan siquiera la de Inés de Osorio, sepultada debajo, sino la de la criada de esta última, que está postrada a sus pies.
El sepulcro está rodeado de rejas y la imagen yacente tiene un libro entre las manos con los escudos del linaje de Dña. Inés.
Más tarde, los favores mágicos de la trenza, se extendieron a otros aspectos: “Cuando los exámenes se acercaban, muchos estudiantes iban a tirar de la coleta de Dña. Urraca, pidiendo el deseo de aprobar e incluso otros deseos más personales”.

La coleta de la criada de Inés de Osorio


Fuentes: Palencia 34, articulo de C. Ordoñez
Historias y Leyendas palentinas de F. Roberto Gordaliza Aparicio




LA PEDREA DE SANTO TORIBIO
En el barrio del Cristo de la capital palentina, el domingo más cercano al 16 de abril, tiene lugar la Romería de Santo Toribio, y dentro de dicha romería la tradicional “pedrea del pan y el quesillo”. Veamos de donde arranca esta fiesta que es una de las más populares de la ciudad.

“Según cuenta la leyenda, corría el año 447 cuando Santo Toribio vino a Palencia a predicar contra la herejía priscilianista. Prisciliano fue Obispo de Ávila y fue expulsado de la iglesia  católica romana por predicar su doctrina, que no reconocía entre otras cosas a la Trinidad. Más tarde  fue acusado de mago  y fue ajusticiado. Parece ser que tuvo muchos seguidores entre los visigodos de entonces sobre todo en Galicia y en el Norte de España.
Los palentinos que eran adeptos a la secta, insultaron y apedrearon a Toribio, teniéndose que retirar, a una de las cuevas del cerro del Otero. Desde su gruta, Santo Toribio, mando que se desbordaran las aguas del rio Carrión y la ciudad quedo totalmente inundada. Los vecinos subieron hasta el cerro y allí pidieron perdón al santo y este  mando que las aguas volviesen a su cauce, cosa que así sucedió.”

Desde entonces, los palentinos adjuraron de la herejía y santo Toribio fue declarado segundo patrono de la ciudad. En recuerdo de estos hechos, cada año hay fiesta grande a la que acuden miles de personas.
En procesión es llevada la imagen del Santo, acompañada de las autoridades que cumplen así un voto de villa. Autoridades y pueblo ascienden por el cerro hasta la Ermita, situada a los pies de la imagen del Cristo del Otero.
Tras la misa, el Alcalde de la Ciudad y las autoridades arrojan cientos de bolsas, que contienen pan y queso.
Los congregados debajo del balcón de la ermita, tratan de coger las bolsas al vuelo entre gritos y algarabía, dándose algún que otro empujón y alguna perdida de equilibrio, pero  suele prevalecer la alegría y el carácter amistoso de la pedrea.
Después de la pedrea, continúa la romería  y la fiesta a los pies del cerro, siendo típico comer avellanas y degustar los caracoles del terreno.

“Si vas a la romería
el día Santo Toribio
cómprame unas avellanas
y tráeme pan y quesillo “




Fuentes: Cristo del Otero de Segundo Fernández Morate
Historias y leyendas palentinas de F.Roberto Gordaliza Aparicio
Internet
















Con distintas teorías que sitúan su origen entre el pueblo prerromano y el romanizado tras la conquista, el hecho es que el calendario lunar comenzaba el nuevo año el 1 de marzo. Ese día se escenificaba un ritual conocido como Noche de Marzas.
Joaquín Díaz dice que las Marzas constituyen un género de diversa aplicación, se podían cantar como aguinaldo generalmente la noche de Reyes, como cantos de Cuaresma  y principalmente como canto petitorio y de ronda ante la llegada del mes de Marzo.
En la zona de la Montaña palentina, la última noche de Febrero, se reunían  los mozos del pueblo a golpe de instrumentos de percusión, Iban cantando por todas las casas  pidiendo a los vecinos tocino, chorizo, huevos, morcillas etc.

Las Marzas pedimos honrados caballeros.
Pedimos tocino, chorizos y huevos”

 Si los dueños de la casa se mostraban poco generosos o no abrían la puerta , les cantaban coplas alusivas a su mal comportamiento o a supuestos defectos

“Aquí vive un andrajoso, cara de pocos amigos
con más costra que un piojoso y más bujeros que un cribo”

La misma noche se cenaban lo recaudado y después del café y alguna copita, iban de ronda  a las ventanas de las mozas del pueblo.
En algunos pueblos como Mave se cantaban “Los Mandamientos” con los  que los mozos, hace años, pedían para cera de la iglesia. Una vez comprada la cera para todo el año, el párroco les obsequiaba  con unas gallinas o un cordero para celebrar un convite.

“Que limosna nos han dado para alumbrar el cordero,
que Dios se lo pagara en el reino de los cielos”





Los grupos estaban compuestos por varones, ya que la costumbre de las marzas no consentía más que a mozos solteros, por ser este "un derecho indiscutido de todo mozo soltero" (a excepción de las Pascuas de Resurrección, en las que solían intervenir cuadrillas mixtas de mozos y mozas). Estos grupos  constituyen el principal soporte organizativo y estructural de las marzas, están formados por cuadrillas o comparsas que reciben los nombres de marzantes o marceros. A veces estas cuadrillas de marceros, si los mozos tenían conflicto entre ellos y no salían a rondar, eran sustituidas por comparsas de hombres casados.

Actualmente “El Coro Ronda Aguilar” en la zona de Aguilar de Campoo,  se ha encargado de recuperar las tradicionales marzas. Es un grupo que está activo durante todo el año, además de cantar las marzas por toda la provincia, el Coro Ronda Aguilar participa en una cuarentena de eventos anuales, tanto tradicionales, como festivos, culturales y religiosos.





Fuentes: Cancionero  de la Montaña palentina de Luis Guzmán Rubio,Cancionero del Norte de Palencia de Joaquín Diaz, Internet






La Torre de Tariego





Tariego de Cerrato se encuentra situado a 14 Km de la capital palentina, muy cerca de Venta de Baños.
Del antiguo castillo de Tariego de Cerrato, apenas quedan unas piedras al lado de una torre, que nada tiene que ver con el antiguo castillo. Inicialmente la torre se empezó a construir en el emplazamiento del castillo, aunque después se cambió a su ubicación actual, en la cuesta de la Butrera, al ser un punto más elevado que el primero. Ubicada al oeste de la población sobre un cerro horadado por multitud de viviendas rupestres, es visible desde cualquier punto de la localidad. Esta torre está edificada con una combinación de sillares de caliza, mampostería y ladrillos. Es de planta cuadrada de siete metros de lado y tres pisos de altura.  Fue construida durante la Segunda Guerra Carlista por el ejército de Isabel II.
Hoy el estado que presenta la torre es muy lamentable. Se encuentra resquebrajada verticalmente en las fachadas Norte y Sur debido a un ligero hundimiento de parte de la base.
La torre pertenecía a la red de Telegrafía Óptica de Castilla, la cual comunicaba Madrid con el Norte de España (La torre nº 1 estaba en la Puerta del Sol en Madrid y la nº 52 y última en Irún). La de Tariego tenía el número 21 y era conocida como “La Buitrera”. Con el nº 20 figuraba la que había en Dueñas y con el 22 la que estaba en Villamediana.
El telégrafo óptico estaba basado en dos señaladores, uno exterior y otro central, que se desplazaban hacia arriba o hacia abajo sobre un bastidor con franjas horizontales para marcar las posiciones. El indicador exterior  era una esfera que actuaba como señalador de servicio y admitía 6 posiciones como por ejemplo niebla, avería, ausencia en la torre, etc.
El otro señalador, el central era el que propiamente marcaba el mensaje. Se trataba de un cilindro que se desplazaba verticalmente y según su posición respecto a las franjas laterales  marcaba un número del 0 al 9 además de una posición de “repetición” y otra de “error”. El desplazamiento de los señaladores era muy sencillo puesto que se hacía desde el interior de la torre mediante un volante marcado con los números que indicaban las posiciones, por lo que la transmisión era muy rápida y sólo requería de dos hombres, uno para observar la torre anterior y anotar el código y otro para ir manejando los señaladores de manera que confirmara la correcta recepción del mensaje y transmitiera a la siguiente torre el código numérico.
El telégrafo óptico español estuvo concebido desde su inicio como un instrumento al servicio del estado y del ejército por lo que no se permitía su uso privado. Comenzó a operar en 1844 y se abandonó definitivamente en 1857 cuando se ordenó la retirada del personal de las últimas torres, tras rendirse los últimos escépticos en nuestro país a la evidencia de la superioridad del telégrafo eléctrico.
Según recogía Madoz, un mensaje podía ser enviado de Madrid a Irún en unas tres horas lo que supondría una velocidad de unos 185 km por hora. Evidentemente aunque la afirmación de Madoz es previsiblemente optimista y válida sólo en condiciones de perfecta visibilidad y transmisión, el dato es impresionante por sí mismo.


Coordenadas de la Torre de Tariego:
 GEO WGS84 Lat. 41º 54' 12" N. Long. 4º 28' 35" W
Fuentes:      -Historias y leyendas palentinas de F.Roberto Gordaliza http://telegrafiaoptica.wikispaces.com,http://telegrafooptico.org/,http://www.castillosdepalencia.es/


  









Boda en La Pernia












La denominación Pernía o La Pernía hacía referencia en un comienzo a la mayor parte de la comarca que actualmente se denomina Montaña Palentina (Alto Pisuerga y Alto Carrión). Con el paso del tiempo el nombre se ha restringido a las localidades de los valles al norte de la localidad de Cervera de Pisuerga, y específicamente a los que constituyen el actual ayuntamiento.
El Condado de Pernía fue erigido por el rey Alfonso VIII de Castilla, quien le puso bajo el protectorado de los obispos de Palencia en el siglo XII, título que mantuvieron hasta el siglo XVIII cuando fue reclamado y conseguido en 1739 por Don Luis de Pernía.
Vamos a contar, como eran hace años, las costumbres y las formas de los preparativos de una boda, así como se celebraba dicha boda en los pueblos de esta comarca palentina.
Cuando algún mozo que no fuera del pueblo rondaba a una moza lugareña, se reunía con  los jóvenes del pueblo y  tenía que pagar como mínimo media cántara de vino (8 litros) y así recibir un buen trato por parte de los mozos . Hecho esto se decía que el mozo había pagado el PISO.
Una vez formalizadas las relaciones de la pareja, se pone fecha para las amonestaciones y el día de las segundas, comen en  casa de la novia, el novio y sus padres. Se hace baile en la pradera al que acuden los mozos y mozas del pueblo, así como los amigos del novio.
Corre el vino, hay juegos de cartas al bote, almendras garrapiñadas, en fin hay alegría por todas partes. Es el PATENTE de la boda.
El día de la boda, los novios entregan por separado, ella a las mozas, el a los mozos una cantidad de dinero, son los DERECHOS. La negación del pago de estos derechos daba lugar a la CENCERRADA.
La noche antes de la ceremonia se cantaba la ENHORABUENA reunidos en casa de los padres de la novia. Se invitaba a los mozos a queso, nueces, pan y vino prolongándose la velada hasta tarde.
Los mozos después enramaban la puerta de la casa de la novia con un vistoso arco de flores y ramas.


El día de la celebración de la boda  los amigos de los contrayentes van a casa de los novios a buscarles acompañados por los padrinos, cantándoles diferentes canciones relacionadas con el matrimonio. Lo mismo ocurría cuando llegaban a la puerta de la iglesia.
Una vez celebrada la ceremonia se iba a la pradera para bailar al son de pandereta y tamboril, y otros a jugar a los bolos hasta la hora del festín, que tenía lugar en casa de la novia.
Mediada la comida acudían los mozos y mozas del pueblo y cantaban coplas a la puerta de la desposada. Eran obsequiados con vinos, dulces y licores.
Terminada la comida y sobremesa,  por parte del mocerío se organizaba  el baile en la pradera  y los hombres se  marchaban a jugar a los bolos.
Las bodas se solían celebrar en septiembre u octubre, una vez finalizada la cosecha y con dinero reciente en el bolsillo. La duración podía llegar hasta las dos semanas, incluyendo la tornaboda.







       
Bibliografía:  Apuntes Palentinos tomo nº5
               Cancionero Musical de la Montaña Palentina de Luis Guzmán Rubio          
               Cancionero del Norte de Palencia de Joaquin Diaz          
               Internet              




Los crímenes de la Ermita del Otero


En el cerro del Otero, mucho antes de que Victorio Macho erigiera su monumental Cristo en 1931, existía una pequeña ermita llamada Santa María del Otero, servida por un ermitaño y su familia.
El 1 de Enero de 1469 subió un capellán a decir misa,encontrándose allí degollados al matrimonio ermitaño y a sus dos hijas.
Los espantosos crímenes, fueron cometidos por dos criminales vecinos de Palencia impulsados por el móvil del robo, pues sabían que la ermita estaba bien provista de cálices,ornamentos y otras joyas, y los cepillos repletos de limosnas.
Se apresó a los culpables y antes de ajusticiarlos,se supo por su confesión que después de haber matado a sus padres una de las niñas reconoció a uno de los autores llamado García Sequero y este al verse descubierto, acuchillo a ella y a su hermana.
Este "monstruoso" crimen conmovió a Palencia y pueblo y cabildo salieron en procesión.


En la misma ermita del cerro se enterró a los padres y  a las niñas las llevaron en unas andas a enterrar a la capilla de San Sebastian de la catedral..
Y las gentes sencillas ,convencidas de la santidad de las niñas,cogían la tierra de la sepultura y la llevaban como reliquia a su casa con gran devoción.






Pero no fue este el único crimen cometido en esta ermita,bastantes años más tarde concretamente el 25 de Noviembre de 1907 ocurrió uno de los asesinatos más sonados acaecidos por estos lugares.
Los trágicos hechos, sus repercusiones, las investigaciones posteriores y el desenlace final mantuvieron en vilo mucho tiempo a una población que, durante meses, vivió con tensión los acontecimientos, ante la duda de quiénes eran esos asesinos que seguían sueltos.
En las noticias de la época se apunta que en el vecindario reinaba un «pánico indescriptible» tras los hechos acaecidos aquel domingo a las seis y media de la tarde, cuando cuatro hombres enmascarados llamaron a la puerta de Mariano Rey del Río, un hombre de 52 años que cuidaba la ermita del cerro del Otero y que vivía junta a su criada, Isabel Arroyo Pérez, de 74 años.
Las piezas del puzzle fueron encajando al cabo de los días, ya que las primeras manifestaciones indicaban que, mientras a la criada la ataron, a Mariano Rey le propinaron una fuerte paliza y su cadáver fue descubierto en la antigua capilla de Santo Toribio -una sala contigua a la ermita- cuando la misma Isabel Arroyo logró desatarse.
Al llegar la policía los aposentos se encontraban en desorden, la ropa por el suelo, en la capilla revueltos todos los ornamentos sagrados, las imágenes fuera y los candelabros y velas en el suelo.
Las investigaciones iniciales apuntaban a que el ermitaño había sido «apaleado», aunque también tenía «heridas de arma blanca, varias quemaduras y signos de una posible asfixia».
Todo un cúmulo de artimañas para hacerse con un supuesto botín de unas 1.100 pesetas en metálico que, al parecer, Mariano Rey guardaba en la casa, en la que vivía con mucha tranquilidad, tal y como había manifestado días antes a un grupo de visitantes a los que enseñaba la ermita.
«Yo no tengo miedo a vivir aquí, pues también vivieron muchos años mis padres y no les ocurrió nada. Además, tengo para defenderme, si llegara el caso, armas», señaló entonces el ermitaño, refiriéndose a una escopeta y a un trabuco que poseía en la vivienda.

CONMOCIÓN NACIONAL. Tras conocerse el trágico suceso comenzaron las investigaciones, unas investigaciones que con el tiempo se abrieron paso a nivel nacional y el caso llegó a conmocionar a todo el país. Tal fue la magnitud del suceso que, durante muchos días, «los periódicos locales eran arrancados de las manos de los vendedores».
Las detenciones llegaron pronto y muchos sospechosos tuvieron que prestar declaración por el crimen. La criada acudió en varias ocasiones para reconocer a los presuntos criminales, pero ella nunca reconoció a nadie entre los detenidos, aunque en sus declaraciones incurrió en tantas contradicciones que se dictó auto de procesamiento y encarcelamiento contra ella.
Tras este llamativo capítulo, la policía detuvo en Madrid a tres sospechosos que, durante su traslado en tren hasta la capital palentina, lograron burlar la vigilancia y escapar.
Pero dos de ellos fueron detenidos nuevamente. Eran Mariano Monzón de la Rúa, El Moraita -natural de Dueñas y jornalero de profesión- y Gervasio Abia Brizuela, El Chivero, un pastor de Palencia. Es éste último quien acusó como cómplice a la criada, que también terminó en la cárcel, aunque un mes después fue puesta en libertad al no tener pruebas contra ella.
Al tiempo llegaron dos nuevas detenciones. Las de Cipriano González Fraile, El Chato, un panadero de Valladolid, y Santos Collado Ortega, El Quinquillero, procedente de Ademud (Valencia).
Los cuatro presuntos criminales fueron trasladados al Penal de Burgos, aunque poco después a Chivero le trasladaron a la Cárcel Modelo de Madrid para juzgarle por un asunto pendiente vinculado con el robo de unas gallinas. La suerte se puso de su parte y logró fugarse en el camino, resultando imposible dar con su panadero.
A los pocos meses se celebró el juicio en la Audiencia de Palencia y durante siete intensas sesiones se analizaron, debatieron y expusieron todos los puntos del crimen y sus implicaciones, entre ellas, las de la posible vinculación de la criada a la que los procesados siguieron acusando de complice, aunque ella lo negó siempre.
Tras estas sesiones, el jurado popular dio a conocer el veredicto -culpables- y la sentencia: pena de muerte a garrote.
Esta decisión alarmó a toda la población palentina y comenzaron a surgir comentarios variados al respecto, algo de lo que se hicieron eco los abogados defensores y que les sirvió para iniciar las oportunas gestiones de cara a conseguir el indulto. Así, escribieron una carta argumentando que los acusados «no tenían intención de hacer tanto daño» y que «la Justicia nada tiene que ver con la venganza».
La acogida de la carta por parte de las autoridades locales y de los palentinos en general tuvo tanta repercusión que los abogados llegaron con sus gestiones hasta diputados y senadores nacionales.
Los esfuerzos se vieron compensados y, a petición del Consejo de Ministros, el Rey de España, Alfonso XIII, el 26 de marzo de 1910 con motivo de la festividad de Viernes Santo y siguiendo la piadosa tradición dispuso el indulto de 23 reos condenados a «la última pena». Entre ellos se encontraban El Chato, El Moraita y El Quinquillero, que esperaban en la Prisión Provincial la ejecución de la sentencia. Fue el propio alcalde de la ciudad, Tomás Alonso, y distintas personalidades palentinas quienes se desplazaron a la cárcel para dar cuenta a los reos del feliz resultado de las gestiones, «obsequiándoles con unos cigarros» y sacándoles al patio «donde les hicieron unas fotografía.
 Los tres procesados cumplieron en presidio la pena de reclusión que tras el indulto les recayó, beneficiándose de las distintas amnistías que a través de los años se concedieron. Se rumorea que dos de ellos murieron en presidio y que el tercero, tras varios años de condena, obtuvo la libertad. Sobre El Chivero, que se escapó de la Modelo en noviembre de 1908 -y que no pudo ser juzgado ni condenado- se dice que se marchó a la República Argentina.
A Isabel Arroyo, que aparecía como cómplice, se le abrió un proceso judicial aparte pero, al no probarse los cargos, se sobreseyó la causa por falta de pruebas. La anciana ingresó en la Beneficencia y allí murió.

Bibliografia consultada:
José María Rincón: El crimen de la ermita del Cristo del Otero
F. Roberto Gordaliza Aparicio: Historias y leyendas palentinas
Diario Palentino: Las entrañas del Otero 25-11-2007

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