martes, 25 de marzo de 2014

La virulencia del ferrocarril






















Cuando apareció el ferrocarril en España en la segunda mitad del siglo XIX, tuvo muchos detractores. Se decía que el exceso de velocidad no podía ser bueno y que provocaría vértigos en los viajeros, que las chispas que saltaban de la máquina provocaban incendios en los campos. Otros se lamentaban de que el nuevo medio de transporte provocaría la desaparición de muchas profesiones y actividades tales como las de arrieros y carreteros. También que tendrían que cerrar muchas posadas y ventas dedicadas a los viajeros de las diligencias y a los transportistas que usaban animales de carga y tiro.

En su construcción, se le pusieron muchas dificultades en el paso por las fincas y caminos, alegando que en caso de guerra las estaciones en las proximidades de las poblaciones suponían un grave peligro, por lo cual en los trabajos de explanación se sucedieron diversos atentados contra los empleados y las instalaciones ferroviarias.
Algunos de estos temores se cumplieron, pero el tren también dio prosperidad a muchos pueblos y supuso modernización, rapidez y eficacia en las comunicaciones entre los distintos territorios por los que discurría.
Y así poco a poco, el tren fue calando entre la gente y se convirtió en un elemento cotidiano, pasando a formar parte de nuestras vidas. Fuente de inspiración de novelas, más tarde de películas y recogido en bastantes cantares populares de los cuales ponemos algunos ejemplos:


Es tanta la virulencia que lleva el ferrocarril
que se planta en hora y media de Molledo a Portolín
qué noche más penosa pasé yo en el balcón…
esperando a mi mozuca que me dijo que venía,
que me dijo que venía, que venía y no vinió,
qué noche más penosa pase yo en el balcón…
No está aquí mi amante
no está aquí mi amor,
no está aquí mi amante
que está en la estación,
que está en la estación
esperando al tren
no está aquí mi amante
ni quiero que esté.
 (Popular de Cantabria)


Los pintores de Vitoria  han terminado ya de pintar
las estaciones de Achuri  y las de San Sebastián.
Guía, guía, maquinista,  con toda velocidad,
que la máquina  con retraso va a llegar
y nos vamos a Vitoria  a pasar el Carnaval.
(Bilbainada popular)

Yo me subí a un pino verde
por ver si Franco llegaba
y sólo vi al tren blindado
lo bien que tiroteaba.
Anda jaleo, jaleo, jaleo,
silba la locomotora
y Franco se va a paseo.
Yo marché con el tren blindado
camino de Andalucía
y vi que Queipo de Llano
al verlo retrocedía.
Anda jaleo, jaleo, jaleo,
silba la locomotora
y Queipo se va a paseo.
Por tierras altas de Burgos
anda Mola sublevado,
ya veremos cómo corre
cuando llegue el tren blindado.
Anda jaleo, jaleo, jaleo,
silba la locomotora
y Mola se va a paseo.
(“El tren blindado”, guerra civil española)


Descarriló el tren expreso
una mañana de abril
y aquel descarrilamiento
hizo a Adelina feliz
ella vendole la frente
y lo cuidó como a un niño
y él que era guapo y valiente
jurole eterno cariño.
Y luego cuando a la noche
viole partir en el tren
con voz de carne membrillo
así le dijo al doncel:
¡Adiós, amor, buen viaje!
¡Adiós, que lo pases bien!
¡Recuerdos a tu familia!
Al llegar, escríbeme
No te olvides del retrato
mándame la ilustración
y no olvides que te espera
La niña de la estación.
(“La niña de la estación” de León y Quintero)


Viajar en tren (Bis)
Es lo mejor (Bis)
Si tiras del cordel (Bis)
Se para el tren (Bis)
Llega el revisor (Bis)
Se enfadará (Bis)
Y nos echará para bajar del tren, (Bis)
(“El tren” canción infantil)









De todos los medios de locomoción modernos, ninguno ha tenido mayor influencia en el cine y en la música popular que el ferrocarril, probablemente porque su historia y su desarrollo industrial fueron decisivos en la formación de los Estados Unidos de América.

















lunes, 10 de marzo de 2014

Los Fonseca y el que fue a Sevilla

Alonso III de Fonseca

Triste y sola, sola se queda Fonseca,
triste y llorosa, queda la Universidad,
y los libros, y los libros empeñados
en el Monte, en el Monte de Piedad.

¿Quién no conoce esta canción de la tuna? Habla de lo triste que quedaba la universidad cuando uno acababa la carrera y se iba de allí. Pues bien, el Fonseca de la canción era el Arzobispo Alonso de Fonseca y Ulloa, que nació en Santiago de Compostela en 1475. Este hombre fue una figura muy importante en la historia de la Universidad de Santiago de Compostela  y en la de Salamanca, en las cuales fundó sendos Colegios Mayores. Fue arzobispo de Santiago y de Toledo.

Este Alonso de Fonseca y Ulloa, fue conocido como Alonso III de Fonseca y era hijo de Alonso de Fonseca y Acevedo (Alonso II de Fonseca).
Alonso II de Fonseca

Alonso II de Fonseca fue nombrado Arzobispo de Santiago de Compostela, y participó en trifulcas en Castilla y en Galicia y fue condenado a 2 años de cárcel en Noya (La Coruña) entre 1465 y 1467 (fortaleza de Vimianzo). El intento familiar de pagar un rescate por Alonso II con dinero y joyas de la catedral santiaguesa provocaría un gran escándalo y un destierro de 10 años
Para cumplir esta condición, en 1464 intercambió Sede con su tío Alonso I de Fonseca, arzobispo de Sevilla, yendo cada uno a la sede del otro, como Administradores Apostólicos. Hacia 1469, Alonso I de Fonseca había logrado ya pacificar la archidiócesis de Santiago, pero cuando trató de volver a Sevilla a deshacer el trueque con su sobrino, éste se negó a dejar la silla arzobispal hispalense, más rica y tranquila, y hubo de recurrir a la fuerza, con intervención armada del Duque de Medina Sidonia y de Beltrán de la Cueva apoyado en la visita real de Enrique IV a Sevilla para hacerse obedecer.

Alfonso I de Fonseca
De este episodio nació el dicho: El que se fue de Sevilla, perdió su silla. Sin duda, el hecho hubo de ser muy comentado en la época y pronto fue incorporado al acerbo popular reducido a un simple tópico y cambiándose el "de" por el "a": Quien fue a Sevilla, perdió su silla.
Muchas veces este dicho se prolonga, diciendo:
... y quien se fue a León, perdió el sillón,
esto último obviamente de origen popular y sin fundamento histórico que lo sustente.