lunes, 24 de febrero de 2014

La Fuente de la Gallina



En la  Edad Media, los tributos a los señores se solían dar en especie, en muchos casos lo más corriente era pagar con gallinas.

En la localidad de Alar del Rey, existió un señor feudal, el Señor de Nogales, que tenía una fuente dentro de sus posesiones y obligaba a los vecinos de la Villa a pagar con una gallina y 2 libras de lino por hacer uso de dicha fuente.

Pero ocurrió que la fuente se secó, y claro  los vecinos dejaron de coger agua de la fuente y de dar el tributo de la gallina a su señor, pero este no conforme con esta situación exigía el pago de la gallina alegando que él no tenía la culpa de que la fuente se hubiese secado.

A pesar de los castigos y amenazas, la gente del pueblo no pagaba y el Señor  de Nogales pensaba que la fuente volvería a dar agua con la llegada de las lluvias y las nieves. Pero fue pasando el tiempo  y la fuente seguía sin manar, los vecinos bebían agua de otras fuentes y usaban la del rio Pisuerga para lavar.
Pasaron los años y la fuente seguía sin dar agua, hasta que un día el señor feudal murió. Y ese mismo día alguien apareció gritando: “La Fuente de la Gallina ha vuelto a dar agua”. Todos se dirigieron al lugar y vieron con sus propios ojos como de nuevo salía el agua de la fuente. Parecía que la fuente había estado esperando a que desapareciera el tirano para volver a manar agua.


Y así la Fuente de la Gallina volvió a ser la fuente del pueblo y en la actualidad sigue dando agua, eso sí con un entorno distinto al de la Edad Media: En un estanque natural de forma ovalada con ocho pequeños manantiales, una fuente manual de palanca con bancos y mesas de madera a su alrededor. Además se ha colocado un panel con amplia información del lugar, especialmente para hacer rutas y visitar los paisajes que nos ofrece el Pisuerga y el nacimiento del canal de Castilla.




martes, 11 de febrero de 2014

Esconded las gallinas que vienen los cómicos



Hace años, una estampa muy repetida en el medio rural era la llegada de los cómicos con obras adaptadas a muy pocos intérpretes. En el pueblo era un acontecimiento extraordinario que rompía con la monotonía de sus vidas: traían noticias frescas de otros lugares, repartían ilusiones y animaban a la población cuando la actividad agrícola no era excesiva.

La compañía teatral, generalmente estaba compuesta por muy pocos actores, siendo más bien un elenco familiar. En la obra cada uno interpretaba varios papeles diferentes, algunas veces mostrando sus recursos personales tales como acrobacias y malabarismos, dignos herederos de la comedia del arte italiana de la mitad del siglo XVI.

La gente se preparaba de banquetas y sillas para verlos actuar en la panera, en el corral o en la plaza del pueblo. Luego les aplaudían o les tiraban tomates, pero antes de la representación se habían cuidado de esconder las gallinas, los conejos y demás animales y comestibles susceptibles al hurto. Y es que los cómicos venían precedidos de una muy mala fama: Robaban las gallinas y la lana de los colchones y se marchaban por las ventanas de tabernas y mesones sin pagar. De esto proviene el dicho:
Esconded las gallinas que vienen los cómicos

La vida de estos cómicos, se ve muy bien reflejada en la película de 1986 “El viaje a ninguna parte” de Fernando Fernán Gómez.

Estos espectáculos que formaban parte de una tradición costumbrista en el medio rural, se vieron destinados a desaparecer  con la naciente televisión, primero en los teleclubs y luego con la llegada a todos los hogares de la pequeña pantalla.



Cómicos,
duermen vestidos,
viven desnudos,
beben la vida a tragos.
son adorados,
son calumniados,
como dioses de barro.

(Victor Manuel)